He leído a Rosa Jové, para ser más exactos, dos de sus tres libros, y me gusta mucho el enfoque que realiza sobre las relaciones con nuestros pequeños. Para aquellos que la hemos leído la conferencia ha sido como una especie de refresco y refuerzo, para otros, como la amiga que me acompañaba, un abrir los ojos a otra forma de relacionarse con los más pequeños.
Me gustaría compartir con vosotros las ideas transmitidas por Rosa Jové y de las que he ido tomando notas durante la conferencia. Seguro que me dejo algo en el tintero, pero en cualquiera de sus libros encontraréis estos temas tratados de manera que todos los podamos entender.
CASI TODOS TENEMOS NIÑOS NORMALES
A la hora de afrontar cualquier problema con nuestros niños hemos de partir de la base de que en los grupos humanos los conflictos resultan inevitables, por lo que no podemos pretender que en casa todos los días sean una balsa de aceite, ahora bien, podemos tratar de minimizar las consecuencias de estos conflictos inevitables.
Una de las premisas que nos ayudarán seguro a relajarnos como educadores es tener en cuenta dos cosas muy importantes con respecto a nuestros hijos: la pluralidad es "lo normal", algo que nos parece enriquecedor en los adultos no puede parecernos extraño o intolerable en nuestros hijos. A menudo se tiende a uniformizar a los pequeños y esto no hace más que perjudicarnos: parece que si nuestro hijo con 24 meses no habla es un bicho raro, en ocasiones no entendemos que un niño sea más inquieto o que cuando son pequeños necesitan experimentar con lo que les rodea y sí, las manchas son normales cuando hay niños!
NO ME HACE CASO
Algunas veces los adultos nos quejamos de que cuando queremos que nuestros hijos hagan algo éstos no lo hacen o tardan más de la cuenta en hacerlo. Quizá sea interesante realizar la siguiente reflexión: ¿Qué hacemos nosotros cuando nuestro hijo nos llama? ¿Quizá darle largas y no hacerle caso en diez minutos? Seguramente sí, yo la primera, que si estoy tendiendo la ropa, que si sacando la loza del lavaplatos... pues es tan fácil como que mi niño por imitación cuando lo llame a cenar esté entretenido con su juguete y también me dé largas...
¿POR QUÉ?
Si queremos que nuestros hijos sean obedientes pero no sumisos, constantes sin ser tozudos y en definitiva, adultos íntegros, con capacidad de esfuerzo y valores, hemos de tener en cuenta que es fundamental valorarlos y dejar que se cuestionen las cosas, ofreciéndoles siempre respuestas a sus por qués, claro está nunca con frases como "porque lo digo yo".
Un ejemplo bien fácil, está claro que a ningún niño le gusta hacer los deberes, pero seguramente acertaremos más si tratamos de hacerles ver la utilidad de lo que están haciendo.
RESPETAR
Hemos de entender que cada niño tiene su ritmo vital que hemos de respetar y acompañar, cada niño madura en un punto diferente y presionándolos lo único que conseguimos es aumentar su ansiedad. Este tema lo he sufrido con mi niño precisamente: el año pasado empezaba el cole y lo presionamos mucho con el tema del pañal. Malísimamente hecho, más de un año después tiene problemas todavía para controlar, y en parte por la ansiedad que inconscientemente le metimos al pobrecillo.
Buscar la empatía con nuestros hijos ayuda mucho a que se sientan queridos y respetados. En edades tempranas es fundamental, pues los padres somos el espejo en el que se ven, y la imagen que tienen de sí mismos es la que nosotros le proyectamos con nuestra actitud y nuestras palabras, y ojo, somos también sus modelos, harán lo que hagamos, no lo que les digamos que hagan, por lo que un modelo coherente será básico para su educación.
Nuestros hijos cuando sean adultos tendrán que tomar decisiones, ¿por qué no enseñarle desde niños? Podemos enseñarle a tomar decisiones dejándole que lo haga, mostrándole el camino y ayudándole cuando sea necesario. Los pactos en familia suelen dar buen resultado, y cuando una norma en casa es consensuada por todos es más fácil llevarla a cabo y razonar con el niño cuando se la salta.
Eso sí, hay ciertas cosas que no podemos hacer cuando los niños son muy chiquitines, antes de los dos o tres años el niño no tiene capacidad de razonar por un motivo físico: no se ha realizado todavía la mielización del córtex cerebral, es decir, aún no están preparadas las conexiones cerebrales que permiten que el niño razone y tenga memoria, por esto no es posible acordarse de cosas que nos han pasado con menos de dos años, aunque sí tengan consecuencias en nuestra vida posterior (si nos maltratan no nos acordaremos, pero los daños estarán ahí).
EL PRESENTE REPERCUTE EN EL FUTURO
Debemos ser conscientes de que estamos haciendo los cimientos de nuestros niños, que los adultos que sean el día de mañana en gran medida los estamos creando los padres y madres en el día a día con ellos. En ocasiones no somos conscientes del daño que podemos hacer a nuestros hijos con la reiteración de actitudes desfavorables.
Con las amenazas, que no dejan de ser cosas que decimos y no cumplimos, estamos poniendo las bases para que en el futuro nuestro hijo sea un adulto mentiroso.
Está demostrado que los niños que están en un entorno en el que los gritos son habituales, pueden tener en edades más avanzadas problemas en los estudios por falta de concentración.
Un niño ignorado seguramente cuando sea adulto estará poco unido a sus padres, no sentirá un fuerte vínculo con ellos y deseará alejarse y hacer su vida.
Un niño que crece atemorizado puede llegar en los casos más extremos incluso a la muerte neuronal
Ser padres es una enorme responsabilidad, tenemos en nuestras manos el futuro y depende de nosotros que ese futuro esté lleno de adultos que valoren a la familia, que sean amigos de sus amigos, adultos que sepan tomar decisiones, responsables, trabajadores... Profesionales como Rosa Jové nos ayudan mucho a los que queremos hacerlo lo mejor posible con nuestros hijos entendiendo cómo ellos viven las cosas desde su perspectiva infantil y tratando de no hacerles daño, un daño que muchas veces ni tan siquiera es consciente.
Os aconsejo leer a Rosa Jové y por supuesto asistir a alguna de sus charlas si tenéis ocasión de hacerlo. Muchas madres me dicen que leer este tipo de manuales no les interesa, que aplican el sentido común... pero no está de más ir algo más allá y saber qué pasa por la cabecita de nuestros niños y que lo que es de cajón desde nuestro razonamiento de adulto puede no serlo en absoluto desde la de nuestros peques.
La verdad es que parecen unas charlas de lo más interesantes para los que tengan hijos que educar. Lástima que, como dices, no se les dé más difusión a estas cosas...
ResponderEliminarMe ha encantado tu reflexión, igual que la charla de Rosa Jové. A mi me ha servido para abrir la mente y liberarme de prejucios acerca de los niños. Dentro de unos meses (ya queda menos)nos tocará poner todo esto en práctica...bufff....
ResponderEliminar@Sonia, ya verás cómo lo haces de miedo, como bien dices, hay que abrir la mente, entender lo que los peques sienten y hacer las cosas con respeto y amor. A cuidarse, que queda poquito!!!
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