martes, 7 de octubre de 2014

VIAJES CON CHARLEY. EN BUSCA DE ESTADOS UNIDOS

John Steinbeck y Charley
"Cuando yo era muy joven y sentía dentro ese ansia de estar en otro sitio, las personas mayores me aseguraban que al hacerme mayor se me curaría ese prurito. Cuando los años me calificaron de mayor el remedio prescrito fue la edad madura. En la edad madura estaba ya seguro de que con unos años más se aliviaría mi fiebre y ahora, con cincuenta y ocho, de que tal vez la senilidad lo consiguiese. Nada ha funcionado" (pág. 15)
Así comienza el libro en el que el Nobel John Steinbeck nos relata su viaje en el que recorre, al volante de su autocaravana a la que bautiza como Rocinante, 34 estados de su país natal. Más de veinte mil kilómetros con el objetivo de conocer su país, a sus gentes, con la única compañía de Charley, su caniche gigante. 
Durante tres meses el escritor irá recorriendo por carreteras secundarias, y no sin dificultad en muchas ocasiones, pueblos, ciudades pequeñas e incluso lugares alejados donde es difícil el contacto con el ser humano en kilómetros a la redonda.

"Había estado varias semanas estudiando mapas, a gran escala y a pequeña, pero los mapas no son realidad ni mucho menos... pueden ser además unos tiranos. Conozco gente que está tan inmersa en los mapas de carretera que no ve nunca el territorio por el que pasa" (pág. 35)
A través de su pluma, en una lectura en la que nos metemos inmediatamente en contexto y podemos viajar con él, veremos los paisajes, probaremos las comidas más sencillas, o caseras, dormiremos en hostales de carretera, conviviremos con los camioneros, ya que en aquella época a la autocaravana que llevaba Steinbeck se la consideraba a todos los efectos como un camión.
"En el frío plateado de la tarde de Maine, cuando recorría traqueteando a gran velocidad la superficie llena de baches de una pista forestal, vi cuatro hembras de alce que se desplazaban con pesadez majestuosa hacia mi trayectoria" (p. 84)

Foto de www.ehowenespanol.com
También nos contará Steinbeck cómo es el carácter de las gentes que se va encontrando, su desconfianza hacia él en muchos lugares al ver la matrícula neoyorkina, incluso miedo en ocasiones. Sabremos del momento político que está viviendo su país, con sus tensiones raciales en el sur, con sus diferentes ritmos y formas de pensar, no siempre coincidentes con la imagen que tenía antes de su viaje.
"Uno de mis objetivos era escuchar, oír hablar, fijarme en el acento, en los ritmos del habla, en los tonos, en el énfasis. Porque el habla es mucho más que palabras y frases. Escuché en todas partes. Me pareció que el habla regional está en proceso de desaparición, que no ha muerto pero que está muriendo. Cuarenta años de radio y veinte de televisión deben de haber tenido esta consecuencia" (pág. 118)

"Si me hubiesen depositado allí sin decirme que era Seattle, no habría sabido dónde estaba. Crecimiento frenético por todas partes, un crecimiento carcinomatoso. Las excavadoras penetraban por las laderas de los bosques y amontonaban la basura resultante para quemarla. La madera blanca rota de los encofrados se apilaba junto a los muros grises. Me pregunto por qué progreso se parece tanto a destrucción" (pág. 190)
"Creo que los texanos se sienten un poco asustados fuera de su estado natal y son muy tiernos en sus sentimientos, y estas cualidades generan presunción, arrogancia y una autocomplacencia escandalosa... los desahogos de los niños tímidos. En su tierra los texanos no son ninguna de estas cosas" (pág. 234)

El viaje también es una vivencia muy intensa para Steinbeck, que nos relata los momentos en que se siente solo, cómo añora a su mujer, lo largo que se le hace el camino de vuelta, las dificultades e incomodidades de vivir tres meses en este vehículo que reconoce que no supo equipar bien, llenándolo de trastos pesados que no iba a necesitar y olvidándose de otros que luego le hicieron falta.
Charley, su compañero de viaje "un caniche francés viejo y caballeroso" que se comunica con él la perfección solamente con emitir un sonido parecido a "fft", se convierte en personaje fundamental en la narración. Sin caer en la ñoñería, hay momentos en que Charley nos hace emocionarnos y enternecernos.
Con un gran sentido crítico, lleno de sentido del humor y un estilo sencillo que hace que la lectura resulte un gran placer, el viaje de John Steinbeck por los Estados Unidos de los años sesenta resulta altamente recomendable. Algunos de los males que detecta el escritor desgraciadamente persisten, otros han cambiado con los tiempos.

11 comentarios:

  1. Tengo que estrenarme con este autor. Pero tengo que reconocer que no me hubiera fijado en este libro. Pero tras leer tu reseña, voy a tener que buscarlo.
    Besotes!!!

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    1. Anímate con cualquiera de sus libros, leer a Steinbeck es un lujo!

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  2. Interesante libro. Me quedo con la frase "por qué progreso se parece tanto a destrucción". Me recuerda, en este caso, a Delibes, un claro defensor de la naturaleza al quien el progreso le parecía lo mismo. Bss.

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    1. Interesantísimo recorrido por Estados Unidos, una lectura entretenida y muy didáctica.Bss

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  3. Steinbeck y Nórdica, una combinación que se me hizo atractiva desde que la vi y que supongo que a ti te resultaría inevitable, compartiendo autocaravana con Steinbeck ;)

    Gracias y saludos

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  4. De este autor solo he leído Las uvas de la ira y me gustó por lo que tengo ganas de repetir, este título no lo conocía pero parece una lectura interesante por lo que podría animarme con él
    Besos

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  5. ¡qué bien encontrar tu reseña! Le tengo muchas ganas a este libro, Matiba, además te va que ni pintado :) Me preocupaba que el recorrido fuese algo tedioso pero nada ¡lo tengo que leer!.
    Besos

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    1. Me encantó descubrir ese lado autocaravanista de Steinbeck que no conocía! Besos

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  6. No me extraña que la autocaravana se llame Rocinante, jeje.

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