miércoles, 7 de febrero de 2018

NUESTRA CASA EN EL ÁRBOL


Esta novela es mi estreno con Lea Vélez, aunque ya tiene otros dos libros publicados. Me llamó la atención porque Lea nos habla de Ana y sus tres hijos, una mujer que, como la escritora, se queda viuda con niños pequeños y, al igual que ella, tiene unos niños que son superdotados. Cualquier madre podrá entender lo que puede suponer esto en el sistema educativo actual, y si no se lo imagina, en el libro nos lo relatan a la perfección.

"Las madres no estamos acostumbradas a encaramarnos a las ramas, así que hay que tener muy en cuenta la fuerza de la gravedad y conseguir, si es posible, que las cosas que han de caer caigan a nuestro favor. A fin de cuentas, la gravedad es una fuerza y las fuerzas a favor de las madres viudas y con tres niños nunca sobran". (pág. 56)
"Tenemos superpoderes pero, no te preocupes, en el colegio nos quedamos muy calladitos para que todos se crean que somos como los demás ¿Y sabes qué, mami? Que les hemos engañado". (pág. 344)

Lea Vélez cuenta en una entrevista en Mujer Hoy que uno de sus hijos, apasionado por la astronomía y con una curiosidad y un vocabulario fuera de serie, se estrellaba continuamente en el colegio, donde sufría lo indecible: "Las madres de niños con altas capacidades lloramos muchísimo porque revivimos la infancia escolar, el dolor, el aburrimiento, la soledad. Aún no sabía qué eran las altas capacidades ni sus siglas". Y es que los colegios no están preparados para dar a cada niño lo que necesita, se les encasilla, se les sienta a una mesa a una edad muy temprana y venga a colorear y a escribir frases que la mayoría de las veces ni les interesan. 

"Mamá, es posible que los hombres antiguos vivieran menos años, pero creo que aprovechaban mejor el tiempo. Para empezar, no lo derrochaban tontamente mirando la tele. Hablaban, se contaban historias, caminaban a todas partes, pintaban bisones en las cuevas..." (pág. 114)

¿Dónde se quedan la creatividad, el ingenio? ¿En qué momento muere la curiosidad? Si con un niño de inteligencia media ya es complicado, la tarea de Ana, con tres superdotados en casa haciendo preguntas sobre física cuántica, matemáticas avanzadas, cine, literatura o anatomía, se me antoja una enorme montaña muy difícil de escalar. Y aquí el atractivo fundamental de este libro, la historia del día a día de esta peculiar familia, de una madre que entiende perfectamente que tiene que dejar España, dejar atrás su vida anterior y empezar de cero con sus tres hijos. Rompe con todo con gran valentía y comprende a sus hijos y los acompaña en su camino de una forma excepcional, admirable, envidiable.

"Los hijos no nos enseñan a ser padres, no enseñan a ser hombres. Hombres en el sentido humanístico de la palabra. Ellos no han dejado desde el primer día de darme ejemplos de grandeza de miras, de reflexión sin prejuicios, del concepto humano de libertad y dignidad que de forma innata persigue todo individuo". (pág. 270)
La casa que Lea construyó a sus hijos. Foto: http://navarra.elespanol.com
Ana sabe que la clave es el respeto al ritmo de cada niño, llegar a donde ellos quieran llegar motivados por su curiosidad, aunque tenga que bucear en la enciclopedia en busca de las respuestas a las preguntas de su hija de 4 años.
Pero Ana es de carne y hueso, también tiene sus momentos de flaqueza, no estamos ante una madre inverosímil, ella también se siente sola, se frustra, o pierde la paciencia. Y cuando eres madre entiendes perfectamente lo que ella está pasando, esa especie de montaña rusa que es criar a un hijo y esa lucha contra el sistema que tantas veces les daña. En ocasiones la soledad le pesa enormemente.

"La enfermedad es también una forma de descansar. Pero mamá no podía descansar. Estaba sola y las mujeres solas nunca enferman. No les está permitido deprimirse. Creo que por eso escribía en sus diarios. Sus pequeños melodramas duraban un día, una tarde, unas horas, y cursaban sin fiebre. Ella nos lo explicaba así:
- A veces echo tanto de menos un abrazo de papá que me siento como una niña perdida en un bosque.
- Tú nunca te perderías en un bosque porque conoces los puntos cardinales - le dijo mi hermano.
- ¿Pero y si los árboles me tapan las estrellas?
- No, mamá - le dije yo -, porque entonces te subirás al árbol más alto para ver el cielo desde allí". (págs. 164-165)

Los tres niños viven rodeados de adultos en el hostal inglés, herencia del marido de Ana, a orillas del río Hamble, donde podrán explorar el mundo y donde su madre construye para ellos una casa en un árbol, su refugio.

Lea Vélez con sus hijos. Foto: http://www.mujerhoy.com
A través de los recuerdos de los hijos, de sus cartas infantiles y del diario de la madre, iremos descubriendo el día a día de la familia y un poco, bastante poco, de la faceta de Ana como mujer con miedo a compartir su vida con un hombre.

"Los hijos son el motivador de la excelencia. Ellos nos empujan constantemente a ser mejores, a buscar soluciones, a hacer mil cosas más de las que haríamos en condiciones normales. Sí, es verdad que soy una gran madre, como tantas madres, pero, desgraciadamente, no soy una gran carpintera. El gran carpintero era mi marido". (pág. 134)

La lectura es muy agradable y fácil, llena de ocurrencias infantiles fruto del ingenio real de los niños, sus razonamientos llenos de toda lógica y su enorme sentido del humor. Una de las cosas que Ana descubre como madre es que el sentido del humor es fundamental en su relación con sus hijos, y que la risa es un excelente conductor que hace que lleguen más fácilmente ciertos mensajes y conecten mejor con los pequeños.

"Mamá, mi profesora dice que el hombre inventó el submarino y el sonar, pero no es verdad. No tiene razón. El hombre no inventó el sonar. El sonar lo inventaron los murciélagos. Y encima, las ballenas usan el sonar desde bebés porque sus madres no les dicen nada más nacer que son demasiado pequeñas para usar el sonar y que ya lo aprenderán a usar cuando sean mayores y vayan a la universidad". (pág 347)

He disfrutado mucho con esta novela, me he emocionado, he reído, he reflexionado, he visto en muchos momentos reflejado a mi propio hijo y sus razonamientos disparatados dentro de su lógica infantil. Una lectura muy recomendable.

6 comentarios:

  1. Deberíamos ser siempre como los niños y no perder nunca ese ingenio ni la curiosidad.

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  2. Me has dejado con muchas ganas de disfrutarla.
    Besotes!!!

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  3. Anímate, es una lectura que vale la pena. ¡Besos!

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  4. Acabo de dejar este libro apuntado en los que me apetece muuuucho leer. Me has convencido de principio a fin. Un besote!

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