martes, 8 de marzo de 2011

MUSEO DE LA MIEL. ARZÚA

Aprovechando nuestra visita a la Fiesta del Queso en Arzúa el año pasdo, quisimos conocer el Museo de la Miel, más que nada pensando en nuestro niño, al que le encantan este tipo de actividades.

Empezaré diciéndoos que la señalización para llegar hasta él es un desastre y por algo de lo más tonto, parte de la señalización se ha quedado en la carretera antigua, por lo que apenas se ve desde la nueva. Tuvimos que preguntar un par de veces para dar con el museo, muy cerquita del embalse de Portodemouros.

Al llegar hay una explanada para poder aparcar el coche y hemos de cruzar una pequeña carretera para ir al museo. Es todo muy familiar, un cartel pide que se llame al timbre si se desea acceder a las instalaciones, y eso hicimos. Una amable señora nos indicó que estaba abierto y que podíamos entrar.

La visita cuesta 2 euros (el niño no pagó nada) y si se solicita guía, esto tiene un coste de 10 euros más. Nos dieron un pequeño folletito con un esquema de la visita porque íbamos a hacerla por nuestra cuenta.

El museo consta de dos partes, una interior y otra exterior.

En la interior, fotografías de abejas, diferentes flores de las que extraen el polen, un aula para talleres varios y una pequeña exposición de colmenas.
En el paso de una a otra, en una zona intermedia, un panal con cristal, de forma que podíamos ver a las abejas en su medio. Como podréis imaginar, esto fue lo que más llamó la atención de nuestro niño.

En el exterior, diferentes panales, tanto tradicionales como modernos, en un pequeño bosque arbolado que resultó un paseo bastante agradable, aunque la verdad es que está descuidado y necesitaría de una buena restauración. Los carteles no se veían porque estaban descoloridos, había jaulas en la zona de animales vacías y descuidadas, sólo vimos una con pájaros, y la zona de herramientas no estaba aislada, de forma que había que estar con mil ojos para que el niño no tocara nada.

El museo tiene tienda con todo tipo de productos relacionados con la miel, desde tarros de diferentes mieles, hasta caramelos o productos cosméticos.

En resumen, nuestro niño pasó un rato agradable, pero a los adultos no nos compensó la visita, todo está bastante destartalado y pidiendo a gritos una renovación. Se inauguró en el año 1994 y parece que desde entonces no se haya hecho ninguna actuación en ese sentido. Puede ser una buena opción si estáis por la zona y no tenéis prisa ni otra opción mejor, pero vaya, que estoy segura de que si nuestro niño en vez de tener casi tres años tuviese siete u ocho íbamos a estar bien poco en este museo.

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