En mi última visita a la biblioteca me fijé en esta breve novela. me llamaron la atención tanto el título como la fotografía de la portada, así que me llevé sus escasas 90 páginas a casa y anoche las leí.
La narradora nos habla en primera persona y nos cuenta un pequeño capítulo de su historia personal, cuando en 1946, tras haber perdido a sus padres y a su adorado tío Marcel, ella, Mary Ann, llega a un pequeño pueblo francés para ayudar a montar una biblioteca.
La joven norteamericana nos habla de la colección de libros de su tío Marcel cuando los organiza para la biblioteca:
"Tapas con olor a cobalto, a moho dulce, a gusanos de seda, a madreselva, a coñac, a tierra mojada.
Tapas estampadas con dos líneas en oro desvaído, en azul prusia, en blanco sucio de nieve.
Los libros de tapas de cartón forradas con telas y los libros de tapas flexibles para los días de tren o playa.
Libros en miniatura (los poemas de Verlaine) y libros gigantescos (algunas novelas de Balzac).
Libros que podrían sujetar un edificio entero (por lo que dicen y cómo lo dicen.
Ningún libro malo entre tantos libros." (pág. 32)
De los libros que más le han llegado y algunas de sus citas, sobre todo de Baudelaire. Su tío le inculcó el amor a la literatura en gran parte con obras de destacados escritores franceses y británicos.
Mary Ann no sabe qué hará de su vida, si volverá a su Nueva York natal, pero mientras tanto, aquel verano de libros ella evoca a su querido tío Marcel, recuerda pasajes de algunos libros que le han tocado el corazón o le han llegado de forma especial.
"Rabelais siempre me había gustado. No había otro escritor francés de su siglo tan divertido. Su humor, cuando era "blanco", me recordaba al de mi tío Marcel, así como su idea de la bondad y del entusiasmo por la vida. Su humor más perverso, como solía definirse, nunca me había sonrojado, ni me sonrojaba ahora: yo nunca me había tenido por una mojigata." (pág. 41)
La sencilla vida del pueblo se enriquece con esta biblioteca y poco a poco sus vecinos se animan a acercarse a ella y dejarse contagiar por la pasión de Mary Ann.
"Nuestro primer lector fue Marie Périgod, una mujer culta, sin marido pero tampoco viuda, libre y librepensadora. Inteligente como pocas personas he conocido. Alta, espigada, con un rostro lleno de pequeñas arrugas que parecían sonreír siempre. Ni siquiera la guerra había logrado ensombrecer aquellos rasgos." (pág. 37)
Fotografía de la autora publicada en www.elcultural.com |
A través de una narrativa sencilla, a veces con toques poéticos y gran ternura, conocemos el que podría ser un episodio de la vida de la autora, uno muy especial y que sin ninguna duda la habrá marcado. Desde Una biblioteca de verano nos deja asomarse a un momento vivido en su adolescencia que recuerda con cariño y así lo transmite.
Mary Ann Clark Bremer nació en Nueva York. Tal y como se comenta en el libro, sus padres fallecieron en la Segunda Guerra Mundial, cuando el buque en el que viajaban sufrió un ataque. Vivió en varios pasíses europeos y en Israel. En la década de 1970 empezó a escribir sus memorias, pero no como un volumen único, sino, como es el caso de esta novela, en forma de breves entregas.
Una autora hasta ahora desconocida para mí, pero que me ha gustado mucho, he empatizado con su historia y he disfrutado con su manera de contarla.
Ficha del libro:
Título: Una biblioteca de verano
Autora: Mary Ann Clark Bremer
Editorial: Periférica
Año: 2012
Páginas: 88
Traducido por Laura Salas Rodríguez
¡Ay, me encanta! No lo he leído y la autora también me era desconocida, pero por lo que cuentas estoy segura de que me gustará.
ResponderEliminarCreo que puede gustarte, a mí me pareció que tenía mucho encanto.
EliminarUy, Inés, por lo que nos cuentas en tu reseña, parece que estamos ante una verdadera joya literaria. Tomo buena nota de ella. Bss.
ResponderEliminarDesde luego, una pequeña perla, muy recomendable. ¡Besos!
EliminarNi idea de este libro. Y me has dejado con muchas ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Anímate, se lee en un tris y es deliciosa. Besos!
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