lunes, 30 de mayo de 2011

RESTAURANTE FILIGRANA, CON LOS CINCO SENTIDOS


En el año 2009 abría sus puertas en Compostela, a unos 3 km del centro, un hotel de 4 estrellas ubicado en una antigua fábrica de curtidos y próximo a una tranquila urbanización de adosados, Quinta da Auga.
Parte de mi infancia transcurrió en esa zona, donde vivía mi abuela, así que en cuanto supe de la apertura de este local, tomé buena nota para ir a conocerlo en cuanto tuviera ocasión, para lo que esperé unos cuatro meses.
Mi primera visita fue en familia, con mi padre, mi hermana y su pareja, mis sobrinos, mi marido y mi niño. Me gustó tanto que repetí con mi marido y mi niño en otra ocasión y me gustaría compartir con vosotros mi experiencia en un lugar con muchísimo encanto y que os aconsejo sin dudar.

El hotel como os comentaba está en una antigua fábrica de curtidos. La restauranción del edificio me pareció perfecta, la decoración acertadísima y el ambiente maravilloso, con espacios verdes, estancias amplias y muy acogedoras, piedra vista, maderas...
El personal, amabilísimo y muy dispuesto a contestar a cualquier curiosidad. Nos dejaron ver parte de las instalaciones sin ningún problema.


EL RESTAURANTE


La carta no es extensa, pero lo cierto es que todo lo que probamos estaba exquisito, lo que hacen lo hacen de forma espléndida.
El restaurante tiene zona de fumadores y no fumadores, totalmente apartadas y sin interferencias. Tienen trona para bebés, algo importante para los que vamos en familia, y el ambiente es de lo más tranquilo y acogedor, con colores suaves, muebles de madera, varios espejos y piedra a la vista. Una mezcla de lo moderno con lo rústico de lo más acertada.

A la hora de comer, el día que fuimos toda la familia optamos por pedir unas croquetas caseras de lacón, empanada de maíz y ensalada de tomate raff y queso fresco artesano para empezar. De segundo, arroz con rape y almejas para todos. Y de postre, filloas rellenas de arroz con leche, tarta de queso y bizcocho de chocolate con helado de té.

Nos pusieron una tarrina de salpicón de pulpo y unas mantequillas variadas caseras mientras esperábamos.
Todo estaba delicioso, dimos buena cuenta de la comida, acompañada de un par de cañas, aguas y una botella pequeña de albariño.
Por todo ello pagamos 127 €. Eramos 4 personas, así que no me pareció un precio en absoluto excesivo para lo bien que comimos y el lugar en el que estábamos. El servicio muy bueno y pendiente de nosotros y nuestros peques (íbamos con 3 enanos!!)

El hotel se encuentra junto a un río, al que nos podemos acercar por un senderito, y al lado de una urbanización muy tranquila, por lo que el descanso está completamente asegurado.
Se puede llegar hasta las proximidades (calculo que a unos 100 metros) con autobús urbano.
Los dos días que estuvimos aquí había bastante gente, muchas parejas con niños, familias, grupos de amigos de mediana edad, bastante animado pero tranquilo, realmente agradable, un lugar para tener en cuenta en la visita a Compostela.

1 comentario: