lunes, 30 de enero de 2017

MI NOMBRE ERA EILEEN

La Navidad ofrece muy poco a Eileen Dunlop, una chica modesta y perturbada atrapada entre su papel de cuidadora de un padre alcohólico y su empleo administrativo en Moorehead, un correccional de menores cargado de horrores cotidianos. Eileen templa sus tristes días con fantasías perversas y sueña con huir a una gran ciudad. Mientras tanto, llena sus noches con pequeños hurtos en la tienda local, espiando a Randy, un ingenuo y musculoso guardia del reformatorio, y limpiando los desastres que su padre deja en casa.
Cuando la brillante, guapa y alegre Rebecca Saint John hace su aparición como nueva directora educativa de Moorehead, Eileen es incapaz de resistirse a esa milagrosa e incipiente amistad. Pero en un giro digno de Hitchcock, el cariño de Eileen por Rebecca la convierte en cómplice de un crimen.
Esta es la sinopsis de la novela que la editorial nos ofrece en la contraportada. La primera de Otessa Moshfegh, una escritora norteamericana que comenzó escribiendo relatos en reconocidas revistas como Paris Review o New Yorker.
La autora crea un personaje que resulta incómodo al lector, una mujer de 24 años muy extraña, que vive con su padre alcohólico en una casa desordenada y sucia, que esconde su cuerpo, que a la vez la obsesiona, usa la ropa de su madre recientemente fallecida, acude al trabajo y se hace invisible entre sus compañeras. Eileen está llena de carencias afectivas, de inseguridades. Quiere escapar de ese ambiente opresor, de esa cotidianidad que cada día le resulta más repulsiva, pero no se decide, no encuentra el momento, el modo. 

"Yo era adulta, lo sabía. No tenía que llegar a ninguna hora determinada. En aquella casa no había reglas oficiales, tan solo las arbitrarias rabietas de mi padre, y en cuanto comenzaban solo se relajaba si yo consentía en someterme a cualquier castigo estrafalario y humillante que se le ocurriera. Me vetaba entrar en la cocina, me ordenaba que fuera andando a Lardner's y volviera en medio de la lluvia."

Cuando Rebecca aparece en su vida, Eileen de repente siente que ya no es invisible, que alguien le habla, se preocupa por ella ¿o se trata de una relación interesada? Eileen no lo sabe, el lector lo irá descubriendo con ella a través de su narración en primera persona de forma directa, a veces muy dura.


Otessa Mosnfegh. Foto: www.theguardian.com

Otessa Moshfegh logra un personaje muy sólido, extraño y sórdido pero creíble, con pensamientos y actos que siguen una línea muy coherente. El lector puede imaginar perfectamente el mundo interior y el entorno de Eileen, aunque son realmente opresores. En esto me ha parecido que la autora destaca de un modo muy notable, en la creación de ese ambiente angustioso, denso, desagradable, sucio, miserable... ¿Cómo no va a querer huir de él? Mientras leemos su historia pensaremos, corre, Eileen, huye lejos.

"En mis horas más bajas, imaginaba que la extraía de debajo del cuerpo dormido de mi padre y apretaba el gatillo. Apuntaba directamente a la parte posterior de mi cráneo y me desplomaba sobre él mientras la sangre y los sesos se desparramaban por su pecho frío y plácido. Pero, incluso en mis horas más bajas, la idea de que alguien examinara mi cadáver desnudo bastaba para mantenerme con vida. Hasta ese punto me avergonzaba mi cuerpo."

Mientras leía la novela tuve sentimientos encontrados, quise dejarla a ratos, hubo párrafos, situaciones desagradables, y quise seguir, conocer mejor a Eileen, tenía curiosidad por saber a dónde nos llevaría la autora, por qué derroteros seguiría con el personaje. Una lectura que estoy segura de que no dejará indiferente a los que se animen con ella, para bien o para mal, es un libro de los que dejan huella.

lunes, 23 de enero de 2017

EDUCAR EN EL ASOMBRO

Educar en el asombro. El título del libro resulta bastante revelador sobre el contenido y el mensaje de la autora del texto se resume muy bien en él.

"El ruido que hace el papel de embalaje de un regalo, la espuma del baño que se les queda pegada a los deditos, las cosquillas que hacen las patitas de una hormiga en la palma de la mano, lo brillante de un objeto encontrado en la calle. Este sentido del asombro del niño es lo que le lleva  a descubrir el mundo. Es la motivación interna del niño, su estimulación temprana natural." (pág. 21)

Se invita a los padres a respetar el ritmo del niño, que por naturaleza querrá descubrir siempre algo nuevo y observará con atención cuanto pasa a su alrededor, sin necesidad de una intervención "desde fuera", olvidándose de que vea este o aquel dibujo animado educativo, que escuche tal o cual música clásica porque será más inteligente... Un niño pequeño no necesita ese sobreestímulo, ese bombardeo exterior. Su avance natural siempre es desde dentro hacia fuera, desde su curiosidad innata dirigida al adulto con el que tiene un vínculo seguro, porque desde ahí él se sentirá confiado y libre de expresarse.
El capítulo 3, titulado Las consecuencias de la sobreestimulación, me llamó mucho la atención, ya que pone el acento en algo en lo que no me había parado a pensar: el ritmo de los dibujos animados o películas que ven los niños. Es cierto que nos fijamos en el contenido, el mensaje, los personajes, pero personalmente no había pensado en el ritmo y en que éste puede afectar enormemente al niño. Se explica el caso concreto de niños de 4 años ante el archiconocido Bob Esponja, un personaje cuya serie tiene un ritmo frenético que sólo provoca excitación e impaciencia cuando se ve "antes de tiempo". Otros estudios apuntan que la exposición a series violentas antes de los 3 años están relacionadas con los problemas de atención e impulsividad que aparecen hacia los 7 años. Y nos explica Catherine L'Ecuyer que este ritmo hace que muchos niños en torno a los 12 años no sean capaces de ver películas infantiles de los años noventa. Para ellos el ritmo es soporífero. Para pensárselo.
El modelo educativo mecanicista también tiene su lugar en este libro, en el que, como era de esperar, no sale bien parado. ¿Por qué? Tal y como nos dice la autora, con la que coincido: "Se trata de un modelo que considera al niño como un ente programable, un producto estandarizado, en definitiva, como un medio hacia un fin que se encuentra fuera de él". (pág. 59)
El juego libre como herramienta educativa, el educar como contraposición al inculcar. Muy complicado en el sistema actual, incluso yo diría en la sociedad actual. 

"¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación.

La educación es el sistema que debería desarrollar nuestras habilidades naturales y permitirnos salir adelante en el mundo." Cita de Sir Ken Robinson (pág. 62)

Catherine L'Ecuyer


En el capítulo de los límites no coincido con la autora, aunque sí en esta reflexión que hace:

"Todos habremos sido testigos de un cumpleaños en que el anfitrión, sea nuestro hijo u otro, abre los regalos de forma mecánica, casi con indiferencia. Es que, ante tanto regalo, el niño se embota (...). Hemos visto que el exceso de cosas satura los sentidos y bloquea el deseo. Cuando un niño tiene bloqueado el deseo, necesita entretenimiento desde fuera. Películas rápidas, diversión, juegos de consolas, lo que sea. Les cuesta más tener interioridad e inventarse juegos a base de imaginar." (pág. 81)

El exceso, la sobreexcitación, el ritmo frenético de nuestra vida cotidiana, terminan por hacer mella en el ritmo natural del niño, que siempre pedirá más y más estímulos. Paremos un poco, disfrutemos de lo pequeño, de la naturaleza, fuente inagotable de preguntas, de curiosidad y misterio. Disfrutemos también del silencio, a veces no somos capaces de estar más de diez minutos sin ningún sonido a nuestro alrededor ¿os habéis fijado en que esto muchas veces nos pone nerviosos? 
Cada niño evoluciona de una manera distinta, acompañemos al nuestro y no tengamos prisa, todo llega.

"La infancia debe vivirse cuando toca, con todo lo maravilloso que conlleva esta etapa: la imaginación, el juego, el sentido del misterio, la inocencia, etc. Saltarse las etapas de la infancia es despreciar el mecanismo con el que cuenta la naturaleza para asegurar un buen desarrollo de la personalidad". (pág. 109)

Una lectura muy recomendable con la que en algunas cosas no estoy de acuerdo, pero de la que se pueden extraer muchas reflexiones sobre el día a día de nuestros hijos y que nos ayuda a fijarnos en detalles que quizá habíamos pasado por alto. Es una invitación a pararnos y observar con nuestros hijos, dejar espacio a su curiosidad innata y no quemar etapas antes de tiempo, recomendaciones que seguro que nos ayudarán a acompañarles mejor en su crecimiento personal.

lunes, 16 de enero de 2017

UNA BIBLIOTECA DE VERANO

En mi última visita a la biblioteca me fijé en esta breve novela. me llamaron la atención tanto el título como la fotografía de la portada, así que me llevé sus escasas 90 páginas a casa y anoche las leí.
La narradora nos habla en primera persona y nos cuenta un pequeño capítulo de su historia personal, cuando en 1946, tras haber perdido a sus padres y a su adorado tío Marcel, ella, Mary Ann, llega a un pequeño pueblo francés para ayudar a montar una biblioteca.
La joven norteamericana nos habla de la colección de libros de su tío Marcel cuando los organiza para la biblioteca:

"Tapas con olor a cobalto, a moho dulce, a gusanos de seda, a madreselva, a coñac, a tierra mojada.
Tapas estampadas con dos líneas en oro desvaído, en azul prusia, en blanco sucio de nieve.
Los libros de tapas de cartón forradas con telas y los libros de tapas flexibles para los días de tren o playa.
Libros en miniatura (los poemas de Verlaine) y libros gigantescos (algunas novelas de Balzac).
Libros que podrían sujetar un edificio entero (por lo que dicen y cómo lo dicen.
Ningún libro malo entre tantos libros." (pág. 32)

De los libros que más le han llegado y algunas de sus citas, sobre todo de Baudelaire. Su tío le inculcó el amor a la literatura en gran parte con obras de destacados escritores franceses y británicos.
Mary Ann no sabe qué hará de su vida, si volverá a su Nueva York natal, pero mientras tanto, aquel verano de libros ella evoca a su querido tío Marcel, recuerda pasajes de algunos libros que le han tocado el corazón o le han llegado de forma especial.

"Rabelais siempre me había gustado. No había otro escritor francés de su siglo tan divertido. Su humor, cuando era "blanco", me recordaba al de mi tío Marcel, así como su idea de la bondad y del entusiasmo por la vida. Su humor más perverso, como solía definirse, nunca me había sonrojado, ni me sonrojaba ahora: yo nunca me había tenido por una mojigata." (pág. 41)

La sencilla vida del pueblo se enriquece con esta biblioteca y poco a poco sus vecinos se animan a acercarse a ella y dejarse contagiar por la pasión de Mary Ann.

"Nuestro primer lector fue Marie Périgod, una mujer culta, sin marido pero tampoco viuda, libre y librepensadora. Inteligente como pocas personas he conocido. Alta, espigada, con un rostro lleno de pequeñas arrugas que parecían sonreír siempre. Ni siquiera la guerra había logrado ensombrecer aquellos rasgos." (pág. 37)

Fotografía de la autora publicada en www.elcultural.com
A través de una narrativa sencilla, a veces con toques poéticos y gran ternura, conocemos el que podría ser un episodio de la vida de la autora, uno muy especial y que sin ninguna duda la habrá marcado. Desde Una biblioteca de verano nos deja asomarse a un momento vivido en su adolescencia que recuerda con cariño y así lo transmite.
Mary Ann Clark Bremer nació en Nueva York. Tal y como se comenta en el libro, sus padres fallecieron en la Segunda Guerra Mundial, cuando el buque en el que viajaban sufrió un ataque. Vivió en varios pasíses europeos y en Israel. En la década de 1970 empezó a escribir sus memorias, pero no como un volumen único, sino, como es el caso de esta novela, en forma de breves entregas. 
Una autora hasta ahora desconocida para mí, pero que me ha gustado mucho, he empatizado con su historia y he disfrutado con su manera de contarla.

Ficha del libro:

Título: Una biblioteca de verano
Autora: Mary Ann Clark Bremer
Editorial: Periférica
Año: 2012
Páginas: 88
Traducido por Laura Salas Rodríguez

lunes, 9 de enero de 2017

RETO NOS GUSTAN LOS CLÁSICOS

Hacía mucho tiempo que no me apuntaba a ningún reto literario, pero la iniciativa de Paco, de Un Lector Indiscreto me ha venido de lujo. Uno de mis objetivos lectores de 2017 es introducir la lectura de novelas clásicas, que tengo más que apartadas en los últimos años, así que sumarme al reto de este blog seguro que me anima a conseguirlo.
En el reto se considerarán clásicas las obras publicadas antes de 1990, así que si lo pensamos bien, la lista es bastante amplia y no es tan complicado conseguir leer 5 libros en todo el año que hayan sido publicados antes de esta fecha.
Si os apetece la propuesta, la fecha límite es el 28 de febrero.
La fecha tope para la lectura y reseña de las novelas elegidas es el 31 de diciembre de este año. Paco tiene además previsto realizar un sorteo entre todos los participantes que logren finalizar este reto con éxito. Todos los detalles están en la entrada de Un Lector Indiscreto, así que os recomiendo que pinchéis AQUÍ  para verlos con calma. ¡Animaos!

Iré apuntando aquí los libros que entren en el reto y el enlace a sus correspondientes reseñas:

1. Los diarios de Adán y Eva. Mark Twain.
2.
3.
4.
5.


martes, 3 de enero de 2017

TODAS LAS PALABRAS QUE NO ME HAN DICHO

Hace unos días me pasé por la biblioteca. Soy incapaz de hacerlo y no curiosear en los estantes donde se colocan las novedades. Aunque no lo tenía planificado, como casi siempre salí con un libro bajo el brazo. Me llamó la atención el título, me gustó la portada y cuando le di la vuelta y leí la sinopsis tuve claro que quería leerlo.
Aunque lo pueda parecer, esta novela no es una historia de amor, ni de desamor, ni nada que se le parezca. Es un relato vital, cortito, ligero, en clave de humor, pero que invita a la reflexión, toca la tecla de la sensibilidad y la empatía en el lector.
Todas las palabras que no me han dicho hace alusión a todas las palabras que los padres de la protagonista no han pronunciado. Y no pronunciarán, porque son ambos sordomudos.
Véronique puede oír perfectamente, pero sus padres viven en el mundo del silencio absoluto, un mundo que no siempre resulta fácil, que no todos entienden y que hace que ella, además de ser adolescente, sea una chica diferente al resto de sus amigos o compañeros de instituto.
Narrado en primera persona y siempre contando su experiencia, dice: 
"Cuando mis padres me hablan, debo mirarlos. No puedo atarme los zapatos, no puedo rebuscar en un cajón, no puedo darles la espalda y mirar por la ventana, no puedo leer o escribir mientras me hablan... Lo único que debo hacer es no apartar los ojos de ellos. Es agotador. Mirarlos para entenderlos". (pág. 59)
Véronique siente a veces impotencia porque no puede hacer una "vida normal", no puede llamar por teléfono a casa, no puede pedir que alguien le alcance la toalla al salir de la ducha porque se la ha olvidado, no puede hablar de ciertos temas con la profundidad que querría, en el idioma de los sordos no hay tantos matices... "En la lengua de mis padres no hay metáforas, ni artículos, ni conjugaciones, pocos adverbios, ningún refrán, ni máximas ni dichos. No hay juegos de palabras. No hay significados implícitos. No hay indirectas. ¿Cómo van a captar las indirectas si ni siquiera captan las directas?". (pág. 112)
Pero cuando llega la madurez entiende mucho mejor su entorno, cuando termina esa etapa de reafirmación personal, de querer ser como los demás, de no querer ser diferente en nada, su mirada cambia también y ve todo el trabajo de sus padres, cómo no es fácil para ellos, la lucha por que su idioma se reconozca, se divulgue y de oportunidades a los sordos para incorporarse al trabajo como los demás. Véronique valora  el esfuerzo comunicativo y se da cuenta de la riqueza con la que cuentan los sordos: "Un australiano puede hablar con un africano, que a su vez puede hablar con un danés, que habrá hablado con el australiano. Será un poco macarrónico, pero no tardarán en entenderse, No como nosotros." (pág. 127)
Su conocimiento de la lengua de signos le abre puertas, su experiencia vital le abre la mente, pero Véronique no querría tener hijos sordos.
Un pequeño libro de 140 páginas que se lee en un tris y que entre reflexiones más serias y anécdotas divertidas, nos hará pensar un poco en personas que tenemos a nuestro alrededor y en ocasiones ni siquiera vemos. Me ha parecido una estimulante lectura para comenzar el año.