sábado, 21 de junio de 2014

ALLARIZ. FESTIVAL INTERNACIONAL DE JARDINES

El pasado mes de mayo, cuando íbamos rumbo a nuestra ruta autocaravanista por Portugal, en la que recorrimos el Alto Douro, paramos unas horas en Allariz, un lugar al que vamos siempre que se presenta la ocasión, nos tiene conquistados.
Piensasueños, ganador en 2013
Nos instalamos junto al río, y además de darnos un pequeño paseo por el centro, visitamos el Festival Internacional de Jardines, ya que el año pasado, cuando fuimos con motivo de la celebración del Triatlón que tiene lugar en agosto, nos lo perdimos.
Este año es la quinta edición del Festival, que en un recinto propio, a orillas del río Arnoia, junto al parque etnográfico, ofrece un amplio espacio en el que los expertos en jardinería, diseñadores y arquitectos paisajistas que han pasado la selección tienen la oportunidad de llevar a cabo su proyecto, que permanecerá expuesto a todo el público hasta el día 30 de septiembre.

In Hause. Japón
Cada año el concurso se desarrolla con un lema, siendo el de este año " El Jardín de la Abundancia", por una entrada de 2 euros por persona (gratuita para los vecinos de Allariz), podemos pasearnos por jardines muy llamativos, con personalidad propia, acompañados por el agua en todo momento: canales, fuentes, charcas... y el río que siempre está ahí, refrescándonos y haciéndonos llegar su murmullo constante.
Un paseo en el que se disfruta de cada metro y que al tratarse de una exposición viva, va evolucionando, las plantas crecen, las flores se abren... Seguro que en un par de meses el aspecto de muchos de los jardines expuestos se habrán modificado, ganando en esplendor y frondosidad.
En la edición de este año podemos contemplar las propuestas llegadas de Galicia, Austria, Japón, Italia, Portugal o Francia entre otros. También los alumnos del colegio de Allariz han creado su propio jardín.

Bosque. Propuesta gallega

GEA

La abundancia es un banquete. Propuesta francesa
No dejéis pasar la ocasión de visitar este original festival que Allariz nos propone. Consultad los horarios AQUÍ. Y antes de que me olvide, al salir os ofrecerán la posibilidad de votar por vuestro jardín favorito, se hace a través de una pantalla táctil donde aparecen imágenes de todos los jardines que concursan este año. No se puede votar al del CEIP Padre Feijóo, pero hay que decir que los niños han hecho una preciosa propuesta y un gran trabajo con su "Xardín da Escola".


miércoles, 18 de junio de 2014

CASTAS E PRATOS. PESO DA RÉGUA. PORTUGAL

El pasado mes de mayo hicimos una ruta autocaravanista por tierras lusas. Por proximidad, porque meteorológicamente pintaba bien y por curiosidad por una tierra que no conocíamos, nos decidimos por recorrer la zona del Alto Douro Vinhateiro, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2001 y cuya vida cotidiana transcurre ligada al mundo del vino.
En esta zona, además de hacernos con fantásticos productos locales, como aceite, cerezas o panes de todo tipo, teníamos ganas de conocer un restaurante del que habíamos oído hablar muy bien y que además es un local con muchísimo encanto. En la pequeña localidad de Péso da Régua, pegado a las vías del tren, se encuentra Castas e Pratos, ocupando un enorme local en el que se mezclan la restauración con la venta de producto de la zona y actividades diversas, como catas o presentaciones. La planta baja del establecimiento está claramente enfocada a esto último, y para comer nos trasladamos a la planta de arriba, desde donde vemos las casi desiertas vías ferroviarias.
Llegamos aquí y a pesar de llevar la autocaravana lo cierto es que no tuvimos dificultad para aparcar, y si seguimos un poco más hacia la salida del pueblo, hay un aparcamiento bastante grande junto al río. Encontrar el restaurante no puede ser más fácil, no hay más que seguir la vía del tren... Una vez localizado y aparcados, entramos y fuimos agradablemente recibidos y acomodados en nuestra mesa.

Parte superior del local, destinada a restaurante


Pronto llegó la carta, propuestas gastronómicas locales en su inmensa mayoría, con una presentación muy cuidada pero una apuesta muy clara por mostrar la cocina de esta región portuguesa, para nuestro regocijo.
Decidimos que el plato principal sería el arroz de pato, preparado según receta tradicional de la zona, y pedimos ayuda para decidir con qué vino lo acompañaríamos, porque la carta de vinos era realmente descomunal, parecía más un listín telefónico por su grosor! Lo bueno es que todos esos vinos estaban disponibles por si nos apetecía llevárnosolos, pero bueno, lo cierto es que una carta tan extensa personalmente me desorienta más que me ayuda. 
Mientras esperábamos al plato principal y decidíamos el vino, nos pedimos un par de entrantes para compartir, por un lado un jamón con lascas de trufa y aceite trasmontano y queso de cabra con frutos secos y miel del Alto Douro. Como cortesía el restaurante sirvió dos cuencos de aceite de oliva absolutamente impresionantes, tanto que de hecho salimos de allí con una botella, la del que más le gustó al niño, muy fan del aceite de oliva.

Queso de cabra con frutos secos y miel de Alto Douro

Por fin llegó el pato, en su cazuela de barro, generosa ración, como suele ser habitual en tierras portuguesas, con el arroz caldoso, en su punto, el pato en trozos, con un tamaño estupendo, preparado todo al horno, con queso por encima y gratinado. Absolutamente delicioso. Soy una enamorada del pato, siempre que lo veo en la carta lo pido, y los mejores arroces de pato los he comido siempre en Portugal, hay que reconocer que lo bordan. El vino elegido resultó también un acierto, un maridaje estupendo.



Nunca perdonamos un postrecito al menos, somos una familia de golosos. Esta vez pedimos dos, porque la comida fue tan abundante que ya realmente no podíamos con más... No me parecieron especialmente destacables, muy buenos, pero tampoco nada sorprendente ni especialmente original o destacable, pero con esto no quiero decir que si vais aquí dejéis pasar el postre, en absoluto, está estupendo.
El balance, calidad máxima, servicio perfecto, cantidad la habitual en Portugal, muy generosa, el ambiente muy acogedor y tranquilo, más que agradable y la minuta se ajusta a todo lo anterior, excelente relación calidad-precio.

Fondant de chocolate negro con helado de frutos del bosque
Hojaldre de manzana con helado de canela
¿Sabéis lo mejor de tener una autocaravana en estos casos? Poder cruzar la calle tras una comida así, entrar y echarse un ratito, hummmm, un verdadero placer.



lunes, 16 de junio de 2014

IRONMAN DE AS PONTES

Este domingo en As Pontes tuvo lugar la primera prueba gallega de triatlón distancia Ironman: 3800 metros de natación, 180 km de bicicleta y 42 km de carrera a pie, así, seguidito, nada de pararse a descansar, reponer fuerzas y tal. ¿Locura? Pues sí, la verdad, pero una locura que por algún extraño poder de atracción o magnetismo todo triatleta anhela realizar, al menos una vez... No sé si por ponerse a prueba, si por tener un reto aún mayor que las pruebas habituales, qué se yo, si hay algo que todavía no he logrado comprender es qué pasa por la cabeza de Jaime en estas cuestiones.



Jaime practica el triatlón desde hace casi 14 años, hasta entonces apenas nadaba, salía en bicicleta de cuando en cuando y corría varios días a la semana. Un poco por sociabilizar porque vivía en una ciudad nueva, otro poco por probar, y quizá un tercio más por mantenerse en forma y hacer esa desconexión que me resulta tan envidiable y que los deportistas consiguen, ese pensar en nada mientras hacen deporte y no tener la cabeza en estado de ebullición.
En fin, fueron pasando los años y llegaron los retos, que si este triatlón es algo más difícil, que si mejorar el tiempo del año anterior... Pero no era suficiente, así que subimos otros escalones: los de la distancia, que si triatlón olímpico, que si medio ironman. Y se instaló el gusanillo de La Prueba, al que La Consorte, yo, se opuso frontalmente desde el primer minuto. Sí, vale, que si soy una egoísta, si qué más me da a mí, lo que queráis, pero me parecía una barbaridad, tenía pánico de que el cuerpo no respondiera y el resultado fuera una lesión seria, un susto importante... Total, que La Consorte consiguió que Jaime se hiciera un chequeo médico, con excelentes resultados que por un lado me alegraron y por otro no, lo confieso, así que ya no había disculpa: Carta blanca!


Y fueron 9 meses NUEVE, que se dice pronto, se escribe rápido y se viven como una montaña rusa de hartazgo e ilusión a partes iguales de negociaciones de horarios de salidas, de reparto de tareas, de organizar nuestra vida y encajar en ella las largas horas que había que dedicar al entrenamiento: 300 km de natación, 6.000 km de bicicleta y 2.000 de carrera a pie, hala, toma ya! Pero es que aparte de todo esto, Jaime tuvo que madrugar, mojarse, pasar frío, calor... Y vérselas con La Consorte, que no siempre llevó bien este larguísimo proceso, con momentos de verdadero agobio y deseo de que cambiase de opinión, de que se le fueran las ganas... Pero no, ese gusanillo una vez que entra ya no sale más, o al menos se instala por largo tiempo, porque Jaime ya está pensando en el siguiente reto, en mejorar su marca...
De locos, desde el primer día, y más aún el día de la prueba, qué estrés tan grande, deseando que todo saliera bien, que tantísimo sacrificio se viera recompensado, que aguantara el cuerpo, que la rueda de la bicicleta no se pinchara, que no ocurriera ningún percance de esos tontos que te obligan a abandonar y te dejan noqueado.

Tras una noche casi en vela a eso de las seis de la mañana La Consorte se conectó a la página del crono oficial... ¿Para qué, si la prueba empezaba a las siete? Pues porque La Consorte, como otras de su condición, siente la necesidad de estar de alguna manera ahí aunque esté a más de 100 km, en casa, esperando a que el peque se despierte y desayune para ir a ver a su papá.
Café doble o triple, o dos, o tres... Siete de la mañana y el crono empieza a andar... Suben los segundos y los minutos, con ellos late el corazón, cada vez más fuerte, los ojos se cierran y empiezan a imaginar, son ya tantos años que La Consorte se conoce la brazada, la cadencia, el ritmo, no le ve, pero puede intuirle. Salen los primeros, empiezan a marcar tiempos, la pantalla se llena de números, dorsales, nombres, tiempos... Y crece la ansiedad, una tostada, dos... la tercera es por puro nervio más que por necesidad. Ahí está, puesto 76, ha salido está bien, va en un puesto muy digno, sé que ha nadado cómodo, que no ha forzado, estoy entre inquieta y tranquila, en un estado para el que no encuentro nombre y mientras lo busco Jaime vuela en la bicicleta, sé que estará fuerte, que le favorece un circuito duro, que tiene madera de escalador y las piernas le responderán: empieza a subir posiciones y siento un deseo irrefrenable de salir a despertar al niño y volar hasta As Pontes, pero mi cabeza me recuerda que el día será muy largo y que tendremos tiempo de vivirlo.

Pero llega el siguiente control en el crono, ha subido al puesto 33 y entonces pido a mi niño que por lo que más quiera, desayune rápido, se vista enseguida, deje de jugar a las carreras, se asee... Uffff, agobio tremendo, y aún teníamos hora y media de camino en coche, podía pasar cualquier cosa. En unos minutos que parecían semanas logramos salir por fin de casa, aparcamos lo más cerca posible del lugar de la prueba y corrimos para tratar de ver dónde estaba nuestro Ironman. Y en estos momentos los amigos valen oro! Enseguida nos pusieron al día, dónde estaba, cómo iba, dónde sería mejor esperarle... Me quedé bastante chafada porque esperaba verlo en la bicicleta, pero no pudo ser, una hora después de nuestra llegada entraba en la T2 para dejarla y afrontarse a la parte final, a esa maratón infernal, con mucho viento y un tramo muy largo totalmente en solitario para los participantes.

Foto de Northwest Triman
La Consorte, que no tiene ningún tipo de vergüenza y su cachorrillo, gritaron y animaron hasta que ya perdieron de vista su silueta, para luego ir viendo dónde colocarse para el siguiente paso. La conexión a Internet no funcionaba, no sabía en qué puesto estaba, creímos haber contado 17 bicicletas, alguien nos dice que le ve en la posición 12... Me parece estar viviendo un sueño, SU SUEÑO haciéndose realidad, lo está consiguiendo, y no puedo creerme la cara que le veo en la primera vuelta, tras 14 kilómetros de carrera ¡va bien, va seguro, fuerte, tranquilo! 
No sé el chute de adrenalina que puede tener un corredor, pero os aseguro que el de La Consorte en aquel momento rompería todos los medidores!!
Y entonces, mientras esperamos a la segunda vuelta, se pasan por mi mente esas mañanas de despertador sonando a las seis y media, esa Semana Santa que había que organizar pensando en dos tramos largos de bicicleta, ese hartazgo que me hace sentir mal... Qué duro es estar del otro lado!
Comemos a un ritmo vergitinoso, con el último bocado bajando de la garganta llegamos para comprobar que ha subido a la décima posición, con mi corazón desbocado y mi mente dando vueltas, con la emoción a flor de piel, sabedora de todo el trabajo que hay detrás de todo esto, de este largo día.

"Recordamos a las familias que se habilitará un lugar para que si lo desean puedan entrar con los corredores", sonó alto y claro en la megafonía, y claro, el niño no podía no entrar en meta con su padre, había que colocarse, estar atentos, avisar al voluntario para poder pasar... ¿Sólo el niño? Yo también quiero, también formo parte de esto, quiero vivir el momento, no quedarme atrás, estoy feliz, orgullosa, emocionada y le quiero acompañar esos últimos metros, aunque sea con las lágrimas corriendo por mis mejillas encendidas.




Diez horas, un minuto y treinta y cinco segundos, eso es lo que cualquiera puede ver. 9 largos meses, la emoción, la angustia, el cansancio, el miedo al fracaso... eso no, eso no puede verse, quizá intuirse, pero hay que vivirlo. Lo he vivido, y sospecho que me tocará hacerlo de nuevo... y diré que no quiero, que fue muy duro, pero sé que finalmente lo haré, porque el corazón se impondrá, como siempre lo hace, como tiene que ser.


domingo, 8 de junio de 2014

LA PINTORA DE ESTRELLAS

Amelia Noguera, la autora de la novela que os propongo hoy, seguramente será desconocida para la mayoría de los que os pasáis por aquí. Y estoy segura de que pronto, muy pronto, dejará de serlo para vosotros y para muchos más lectores, porque Amelia, que comenzó su sueño autopublicando sus historias y vendiéndolas en Amazon, esta escritora madrileña con gran vocación, talento y perseverancia, que afirma que "escribir no es contar historias, es descontarlas", estará por fin de la mano de una editorial con sus libros en papel en librerías y bibliotecas.

Podemos leer en su blog : "Mis novelas son yo misma y no pienso abandonarlas, a pesar del mercado, a pesar de las crisis. Hay que seguir creyendo en lo que te hace ser mejor, hasta el final. A pesar de. Y para todo lo demás, escribo, escribo y escribo. Y leo, leo y leo (...) He ganado algún premio de relato breve, pero, sobre todo, escribo sin parar. En breve terminaré mi tercera novela y tengo ya el esqueleto de la cuarta. Y si algo tengo claro es que no dejaré de escribir jamás de los jamases.”
Aunque su vida académica transcurrió por otros derroteros, Amelia tiene claro que su vida es escribir.
La Pintora de Estrellas nos sitúa en primera instancia en Madrid,donde vive Violeta, que vive una relación con Álvaro, su marido, que la anula como persona, que la hace sentirse pequeña y que decide terminar para siempre en el momento en que él le pone la mano encima con un hijo en su vientre. Violeta necesita huír y se desplaza a Asturias, donde vive su abuelo, que no hace preguntas, que se limita a acompañarla y que junto con su nieta irá descubriendo y desvelando la historia familiar, una historia de la que quedan todavía marcas en el palacete asturiano: ¿Quién pintaba esos cuadros? ¿Qué historia hay detrás de tantos silencios del abuelo? ¿Podrá ella misma contarle qué le ha llevado a huir de Madrid? ¿Querrá saber su abuelo por qué Álvaro no telefonea?
"Cualquier excusa bastaba para que entraras en una espiral de furia descontrolada y me insultaras, me gritaras y rompieras todo lo que se te ponía por delante. Y siempre pensaba que conseguirías aprender a calmarte, hasta que volvía a suceder" (pág. 276)
Elisa y su abuelo, Diego, estuvieron en París en la compleja época de preguerra y vivieron los primeros años de la guerra. Elisa acaba de licenciarse en la École Nationale Supérieure des Beaux Arts y da sus primeros pasos profesionales llevada por una marchante muy bien relacionada, Danielle, que le pedirá a Elisa un gran esfuerzo como pintora y como persona: falsificar para salvar el arte de otros.

"Creo que las mujeres siempre hemos sido un poco pintoras y nos 
Primera portada del libro
imaginamos un cielo que queremos poner en uno de esos lienzos que tienes por ahí y, pincelada a pincelada, de entrega, de sufrimiento, de de trabajo, de ilusión, de renuncia, de alegrías y de amor, sobre todo de amor, de intenso amor; pincelada a pincelada, vamos creándolo un poco día a día" (pág. 69)
Mujeres protagonistas, mujeres valientes y decididas, aunque no lo parezcan en primera instancia. Mujeres capaces de sentir tal amor por su hijo la primera y el arte la segunda, que nada más importa.
El amor está muy presente en todo momento y en todas sus facetas.
Las protagonistas son mujeres reales, que podrían ser de nuestra familia, no son heroínas hechas de una pasta especial, aquí Amelia Noguera acierta enormemente, es fácil empatizar con lo que sienten, y el universo femenino que se crea resulta muy veraz y absolutamente apto para todos los lectores, no penséis que es un libro de una mujer que habla de mujeres para las mujeres, nada más lejos de ello, es más, el peso de la narración de esta historia conmovedora, dura en ocasiones, recae sobre Diego, el abuelo de Violeta.
Encontraremos grandes dosis de ternura y una prosa cuidadísima, poética cuando procede, ligera cuando la trama lo pide, la escritora sabe medir muy bien los ritmos que va pidiendo su relato. Nos lleva de Asturias o Madrid y París, con saltos geográficos y temporales que en ningún momento nos hacen perder la trama o despistan al lector.
Segunda portada de la novela
El París ocupado se deja ver en la ambientación, pero desde la perspectiva de quien tiene buenos contactos con los alemanes, no pasa hambre y no ve ciertas cosas a su alrededor. En este sentido la novela nos ofrece un París ocupado visto desde otro prisma, nada habitual y en el que han de tejerse relaciones de conveniencia para poder seguir sobreviviendo.
Una historia de historias que se cruzan, se encuentran, se superponen... y que conforman una lectura deliciosa, que atrapa enseguida y que se lee con una intensa intervención del corazón, sobre todo en algunos temas difíciles.

"Todos los cuadernos de historias de crueldad ardían igual. Pero aquellas escenas monocromas de sufrimiento no debían haberse dibujado jamás. Ninguna niña del mundo ni ninguna mujer deberían pasar nunca lo que esa niña y lo que ella misma habían sufrido; tenían el derecho a vivir de otra manera, en un mundo en el que no fueran violadas, ni maltratadas, ni tan siquiera insultadas" (pág. 396)

Os recomiendo acercaros a esta historia, no os decepcionará, estoy segura, y desde aquí felicito a Amelia por conseguir su sueño de llevarla al papel para llegar a más lectores, que lo hará, no lo dudo.

miércoles, 4 de junio de 2014

ENOTURISMO EN GALICIA

El pasado sábado tuve ocasión de poder hacer una de las rutas propuestas dentro de las III Jornadas de las Rutas de los Vinos de Galicia, un fin de de semana de puertas abiertas para el público en general en las que además, con una serie de rutas propuestas por las D.O. y Turismo de Galicia con guía especializado en enoturismo.
Me apunté a una de las rutas de la D.O. Rías Baixas porque tenía especial interés en conocer una de las bodegas, situada a menos de 20 km de Compostela.

En Pazo Señoráns
La primera parada, tras un recorrido con interesantísimas explicaciones de la guía, fue en Pazo de Señoráns, en Meis, una bodega mediana, que produce algo más de 300.000 botellas de vino al año y que inició su andadura en los años ochenta. Además de explicarnos la historia del lugar y de la marca, nos enseñaron las instalaciones donde organizan eventos, los jardines y los alambiques del aguardiente. Un lugar precioso, cuyo origen data del siglo XVI, decorado con gran gusto. Al final del recorrido nos ofrecieron una copa de vino y quien quiso probó también el aguardiente, en mi caso no me animé, así que no os puedo comentar nada al respecto, aunque sí os diré que los comentarios fueron que estaba muy suave y muy bueno.


En Bouza de Carril
Tras esta bodega nos dirigimos a Bouza de Carril, en Barrantes, donde la familia lleva 30 años elaborando sus vinos e implicando a todos sus miembros en esta pequeña empresa.
Nos guió Ana, entusiasta de su trabajo y mostrando en cada gesto un gran amor por su viñedo y su tierra, a pesar que lo duro que resulta depender del campo y estar constantemente pendiente de esas delicadas uvas albariñas que tanto miman. Me gusta mucho visitar este tipo de explotaciones pequeñas y familiares, y que me hable quien está a pie de viña de manera cotidiana. La visita fue por unos derroteros diferentes a la anterior, así que se complementaron estupendamente. Al final, degustamos el vino de la última cosecha acompañado de pan de aldea, quesos y embutidos.
Después de un tiempo para comer por nuestra cuenta en Vilagarcía de Arousa y dar un paseo por la localidad, volvimos al autobús y nos dirigimos a Vedra, a la bodega Pazo de Galegos. En mi opinión la visita en su conjunto fue de menos a más y las bodegas estuvieron muy bien elegidas porque fueron complementarias y muy distintas: La primera, más grande, con más producción, amplias instalaciones y con negocio de eventos asociado, la segunda totalmente familiar y apostando por un vino de gran calidad con pequeña producción, pero sin riesgos. La tercera y última también es una bodega familiar, pero no viene de generaciones, pues los propietarios actuales se hicieron con el pazo y las tierras en los años ochenta, aunque el origen de la plantación aquí es de siglos atrás.
En esta ocasión nuestro anfitrión fue el propietario, que nos explicó el origen del lugar, que fue en su momento vivienda de un gallego ilustre como fue Antonio López Ferreiro y que hoy se ha convertido en un pequeño hotelito rural con encanto de diez habitaciones amueblada casi en su totalidad con piezas de este gran intelectual, canónigo en la catedral de Compostela.

En Pazo de Galegos

En Pazo de Galegos se apuesta decididamente por la tradición al máximo, y la nueva generación, uno de los hijos del propietario, tiene muy claro el tipo de vino que quiere, una producción de unas 50.000 botellas al año que tienen una personalidad propia muy marcada y sorprendente, con un toque ácido que uno no se espera en un albariño y que, según nos comentó, es producto de esa búsqueda de la tradición, del sabor de antaño, respetando la acidez natural de esta variedad de uva y con gran honestidad con el producto, elaborando sus propias levaduras y tratando con químicos lo mínimo imprescindible.

Pazo de Galegos
El balance de la jornada para mí fue de lo más positivo, os aconsejo que probéis esta experiencia si venís a Galicia, realmente vale la pena. Personalmente, como os decía antes, me quedo con los sitios pequeños, pero esto, como todo, va en gustos, el caso es conocer un poco más este apasionante y complicado mundo del vino y alguna de las cientos de bodegas que salpican nuestra tierra gallega en un total de cinco D.O., conocer implica también valorar el trabajo y esfuerzo que suponen cada una de las copas de vino que acompañarán nuestras comidas, algo que también es muy importante, así como concienciarnos de que la etiqueta de una D.O. siempre es una garantía a la hora de consumir un producto.

domingo, 1 de junio de 2014

EL HERMANITO DE MATIBASCORNER

Como sabéis los que me leéis habitualmente, este año hemos incrementado la familia, así que además de una pareja con niño y perro, está con nosotros Autocaravi, como la llama mi niño, una autocaravana que compramos hace ya cuatro meses y con la que estamos haciendo un montón de escapadas y pequeños viajes.
Matibascorner es un blog personal y en él tienen cabida todo tipo de temas: lecturas, gastronomía, viajes... y por supuesto las experiencias en autocaravana también, pero el nacimiento de este nuevo blog, Matibascamper, hace que pueda enfocar más las entradas hacia personas que también tienen autocaravana, y hablarles de servicios para ellos, comentar cómo son las áreas y en qué estado están, con fotos, y con una información que iré actualizando para que sea lo más útil posible.
¿Eso significa que no os hablaré aquí de nuestros viajes? Pues por supuesto que no, pero lo que haré será omitir la información específica para autocaravanistas, pero las propuestas viajeras seguirán aquí, me parece fundamental, y me gusta mucho compartirlas con todos vosotros, porque el hecho de que nosotros vayamos en autocaravana no significa que otros no puedan ir a los mismos sitios.
Dicho esto, os espero por el nuevo blog que inicia ahora su andadura y que espero que con el tiempo sea una buena referencia para aquellos que con furgo o autocaravana quieran recorrer nuestra tierra, Galicia, que es nuestro destino principal.