miércoles, 27 de agosto de 2014

EL CASTILLO DE COMPOSTELA: ROCHA FORTE

Reconstrucción parcial de los muros, con piedras
encontradas durante las excavaciones
"La fortaleza de Rocha Forte, al lado de la ciudad de Santiago, en el tiempo y sazón en la que el dicho patriarca fue arzobispo, y aún mucho tiempo antes, estaba erguida y muy bien edificada toda de cantería de piedra de grano, con su mezcla de cal y argamasa, que era la más grande y más fuerte fortaleza de todo el Reino de Galicia" (texto de los testimonios de testigos del pleito Tavera-Fonseca)
Siglo XIII, Galicia vive una época de enfrentamientos continuos, con una gran inestabilidad política que se prolongará casi dos siglos. Son momentos en los que el poderoso clero tiene un enorme peso en la vida cotidiana de todos los gallegos, y en este contexto nace un castillo concebido como residencia y refugio arzobispal: Berenguel de Landoira convierte Rocha Forte en una fortaleza desde donde se controlaba el comercio que entraba en Compostela desde una situación estratégica, en un lugar en el que se cruzan los caminos que llegan del mar por Padrón y Rianxo, y por el que entra el camino portugués y a través de él las mercancías del interior.
Un castillo que estaba pensado para defender al señor de las tierras de Compostela y como un lugar en el que se recaudarían y custodiarían impuestos de los siervos y de todo aquel que quería entrar en la ciudad.
Entre los muros de esta imponente edificación, protegida por tres muros, con diez metros de altura en algunos tramos, una torre del homenaje de cuatro pisos y unas paredes exteriores totalmente encaladas que imponían a cualquiera que aquí se acercara, había toda una ciudad: agricultores, soldados, más de doscientos caballos, artesanos, herreros, carpinteros... Mientras en el exterior del castillo el pueblo malvivía y abundaban robos, agresiones o violaciones, en el interior se consumían congrios, merluzas u ostras llegados principalmente de Rianxo, se disponía de vajillas llegadas de Manises o Paterna y se disfrutaba de otro lujo impensable para las sencillas gentes del pueblo, como era el disponer de estancias privadas para los habitantes de este lugar.

Dibujo de www.rochaforte.info que recrea el castillo

Este símbolo del poder feudal cayó ante la sublevación del pueblo. La crisis económica que se vivía en el siglo XIV, causada en gran parte por las millones de vidas que se llevó la Peste Negra en Europa, hizo que hubiese varias sublevaciones contra este castillo, siendo la definitiva la llevada a cabo por los Irmandiños en 1467. Rocha Forte fue totalmente destruido tras un durísimo asedio del que dan testimonio el gran número de bolaños y puntas de flecha encontrados en las excavaciones.
Este deseo de destrucción, unida al uso de la piedra para otras construcciones, algo usual en la época, y el paso del tiempo, hicieron que la existencia de este castillo se perdiese en la memoria de las gentes, naciendo historias y leyendas que no dejaban claro si tamaña construcción había existido realmente.
Pero existió, y gracias a los trabajos de un gran equipo multidisciplinar durante años, hoy podemos acercarnos a sus muros, conocer esa parte de la historia de Compostela que permanecía oculta, subirnos a los cimientos de la torre del homenaje y comprobar cómo todavía hoy vemos esos caminos que ya en la Edad Media llegaban a la ciudad. Un camino que de la mano de una buena guía cualquiera puede recorrer. Una visita que os recomiendo para entender la ciudad en su totalidad, porque si bien todos sabemos que la catedral era el centro neurálgico de este gran centro de peregrinación, no podemos olvidar el papel de este otro lugar, igual de majestuoso por aquel entonces.
Os invito a un viaje en el tiempo, pinchad AQUÍ y conoced un poco mejor Rocha Forte, ese castillo que imponente alzaba sus muros a la entrada de la ciudad en la época bajomedieval.

Aljibe del castillo de Rocha Forte
Numerosos y enormes bolaños, testimonios de los asedios

domingo, 10 de agosto de 2014

PAZO DO FARAMELLO

El pasado otoño, gracias a una jornada organizada por Proturga, tuve la ocasión de conocer distintos puntos muy próximos a Compostela y que desconocía. Siempre lo digo, tantísimo por descubrir en esta tierra!
Uno de los lugares que visitamos fue el Pazo do Faramello, situado entre Compostela y Padrón junto al Camino Portugués.

Hasta hace poco no era fácil visitar este lugar, pero su propietario ha apostado decididamente por su proyecto y abre sus puertas de manera regular durante los fines de semana desde hace ya meses con una visita guiada por él mismo a las 12 de la mañana en la que además nos incluye una degustación de vino gallego, que siempre apetece a esas horas de aperitivo. En esta visita descubriremos un bellísimo jardín por el que transcurre el río Tinto, el que a principios del siglo XVIII movía los molinos de la primera fábrica de papel de Galicia. Este origen industrial hace único al Pazo do Faramello en la comarca de Compostela.
Además encontraremos otros elementos característicos, como una iglesia propia, en la que tiempo atrás se celebraban misas los domingos, como ocurría en el pazo compostelano de San Lourenzo de Trasouto.

Un cruceiro del siglo XVIII, declarado Bien de Interés Cultural, la terraza barroca y el jardín de diseño francés del siglo XIX completan los motivos por los que acercarnos a conocer este rincón gallego.

Este verano además, se añaden un montón de actividades de todo tipo que os invito a conocer a través de la página del propio pazo porque realmente valen la pena: El mes pasado hubo unas jornadas musicales, durante todo el verano, hasta el próximo día 18 de agosto podemos ver la exposición Asia Magna, situada en las antiguas bodegas del pazo, y que muestra antigüedades asiáticas procedentes de colecciones privadas bellísimas y con esa delicadeza que caracteriza la manufactura de esta cultura.
En torno a esta exposición, contando con la dirección del chef gallego Mark Wernink, gran conocedor de la gastronomía asiática, se realizan jornadas gastronómicas en agosto y septiembre, consistentes en talleres y degustaciones: el próximo día 17 la protagonista será la cocina tailandesa, el 7 de septiembre la indonesia y el 14 del mismo mes la japonesa.
Un montón de opciones en un entorno digno de descubrir si aún no lo conocéis y digno de disfrutar de nuevo si ya habéis estado. 


miércoles, 6 de agosto de 2014

EN EL PISO DE ABAJO

Tras leer la reseña de Paco, del blog Un Lector Indiscreto, supe que este libro iba a gustarme. Lo pedí en la biblioteca y en pocos días estaba sumergida en las memorias de Margaret Powell, que nació en Hove casi con el siglo XX, en una Inglaterra en la que las diferencias entre las clases sociales eran tan gráficas como el título de este libro: Arriba estaban "ellos" y abajo "nosotros", ese nosotros del que habla Margaret en pasado y primera persona, transcurridos ya sesenta años y con la perspectiva de la edad.
Con quince años, Margaret, que había conseguido una beca y deseaba estudiar, se vio obligada a entrar como pinche de cocina porque sus padres no podían permitirse el lujo de que ella no ingresara nada y además supusiera un gasto para ellos.

Y así, empezamos a conocer de la pluma de Margaret sus vivencias cotidianas, fiel reflejo de la sociedad en la que creció, y de la que habla sin rencor, sin maldad y a pesar de los años, con cierta inocencia e incluso disculpando ciertas actitudes de aquellos que más tenían y despreciaban o simplemente ni tan siquiera veían a los que, como ella, se ocupaban de cuidar a sus niños, de darles de comer o de que la casa estuviese caliente y limpia.
Con un lenguaje muy sencillo, casi como si estuviese charlando con nosotros, nuestra protagonista comparte sus vivencias en pasado y sus reflexiones en presente.
Las relaciones con el resto del servicio de las diferentes casas en las que estuvo...
"Las niñeras eran una especie de vínculo entre nosotros y la gente de arriba. En muchos sentidos, para ellas eso debía ser problemático. Pasaban más tiempo con la gente de arriba; llevaban a los niños al salón antes de mandarlos a la cama, se sentaban con "ellos" en el salón y sin embargo, desde luego no eran "ellos". Pero cuando bajaban tampoco eran "nosotros" (pág. 86)
Sus impresiones sobre aquellos a los que servía...
"Teníamos la sensación de que lo que se hacía en los pisos de arriba, por más que se prestara al escándalo, el cotilleo y la risa, era un privilegio que tenían, y no porque fueran mejores que nosotros, sino porque tenían dinero y de nada servía tener dinero si no te saltabas las normas" (pág. 117)
Su relación con los fogones con el paso de los años...
"Todo arte es público, ¿verdad? Quiero decir que la gente que pinta, esculpe o escribe libros necesita un público, por eso hace lo que hace. Pues pasa lo mismo cuando eres cocinera, que necesitas que alguien lo saboree y lo aprecie, no solo alguien que diga: No está mal" (pág. 194)
Y un maravilloso colofón final de alguien que se dejó literalmente las manos sirviendo, que no pudo hacer aquello que más quería y para lo que además estaba preparada y cualificada, una mujer que nos enseña una gran lección de vida, que es la de adaptarse y ser feliz con lo que le tocó vivir y, además, no renunciar a sus sueños. Margaret estudió en su vida adulta, ya con sus dos hijos en el mundo, y escribió su libro con seis décadas ya y con la mente puesta en sus futuros estudios universitarios.
"No estoy amargada por haber tenido que trabajar en el servicio doméstico. Con frecuencia me pregunto qué habría sido de mi de haber cumplido mi ambición de ser profesora, pero ahora soy feliz y, a medida que mis conocimientos se ensanchan y mis lecturas se amplían, encaro el futuro con buen ánimo." (pág. 213)
Una lectura muy amena sobre la vida cotidiana, me ha recordado a uno de esos documentales entretenidos y bien contados que enganchan porque además de enseñarnos nos entretienen.

viernes, 1 de agosto de 2014

PORTO DO SON Y RIBEIRA

No hemos dejado de hacer escapadas, ni mucho menos, pero como ahora casi todas son con la autocaravana y os las cuento en Matibascamper, veis menos por aquí. La última que hicimos fue a la zona del Barbanza, y disfrutamos muchísimo. Esta zona nos queda muy cerca de casa y con la disculpa de estrenar el nuevo puente de la ría de Noia, que hace que para desplazarnos a la zona de Porto do Son no haya que atravesar Noia, allá que nos fuimos, yo me moría de ganas de ver cómo había quedado el Castro de Baroña, durante el invierno se estuvo trabajando duro y me apetecía ver el resultado.

Ahora podemos contemplar perfectamente las dos murallas que lo protegían y el impresionante foso, además de apreciar mucho mejor los muros de las viviendas. Una muestra de la cultura castrexa de la Edad del Hierro que os encantará, tanto por su valor y estado como por su emplazamiento privilegiado. Un paseo para hacer en familia más que recomendable. Eso sí, llevad calzado cómodo e id protegidos del sol porque no hay ni una sola sombra.
Tras un buen paseo por aquí, con nuestro niño absolutamente entusiasmado con el castro, seguimos en dirección Porto do Son, donde esta vez no hicimos parada pero que os recomiendo mucho, tienen un precioso paseo en el puerto, con columpios para los enanos y una playita urbana tranquilísima. Y no olvidéis tomar un pulpo á feira, aquí es imperdonable no hacerlo.


Seguimos por la carretera que va bordeando la costa, dejando atrás la preciosa playa de As Furnas o el puente medieval del río Sieira, dos puntos que junto con la fervenza o cascada de Ribasieira no podéis dejar de visitar si venís por esta zona. En nuestro caso, continuamos hacia el sur con rumbo a Corrubedo. Hacía años que habíamos visitado las dunas y nuestro niño ya ni se acordaba. La de veces que habré yo escalado estas dunas de niña y bajado a carreras con otros niños! Ahora es un espacio protegido y hemos de pasear por unas pasarelas de madera que nos dejan maravillarnos con el entorno sin perjudicarlo.
Tras la visita a Corrubedo nos dirigimos a Ribeira, que nos regaló en este día bastante despejado una bellísima panorámica de la Ría de Arousa desde el mirador de Santo Alberte



Como siempre que nos desplazamos procuramos buscar algún sitio donde nuestro peludo pueda darse un buen paseo, y en esta ocasión fuimos a conocer el Parque de San Roque, que es enorme y donde además de darnos un buen paseo en condiciones, contemplar Ribeira desde varios miradores o hacer una barbacoa o comer de picnic en las zonas habilitadas, podemos hacer un pequeño recorrido donde tenemos reproducciones de diferentes construcciones que pueden verse en esta zona: un castro celta, menhires, un dolmen... No hará falta que os diga lo que disfrutó nuestro niño, sobre todo en el castro celta, en el que las construcciones tenían su tejado de paja y todo. 
Ya caía la tarde cuando llegamos a una de nuestras playas favoritas de Ribeira: O Vilar, un arenal extensísimo, de unos cinco kilómetros, con bandera azul y muchos servicios: baños públicos, duchas, socorrismo, amplio aparcamiento y un chiringuito. No hay construcciones cerca, así que el entorno es una maravilla.
Aquí aparcamos y pasamos la noche en nuestra autocaravana, junto con dos furgonetas que ya estaban antes que nosotros. La noche fue una maravilla, tranquilidad absoluta y un despertar con vistas al océano que fue todo un regalo estival.
El día siguiente lo dedicamos a disfrutar en familia de la playa. O Vilar es una playa que suele tener bastante oleaje, así que os aconsejo mucha precaución, sobre todo si vais con niños pequeños, no es que sea muy peligroso, pero si no están acostumbrados a las olas nos podemos llevar un buen susto.
Otro consejo, llevad sombrilla, aunque hay bastantes rocas que en un momento dado os pueden dar un poquito de sombra, no está garantizado que consigáis sitio, así que lo mejor es ir provistos de un buen parasol.