jueves, 30 de noviembre de 2017

MANUAL DE PÉRDIDAS

"Padezco alzhéimer y pronto seré incapaz de leer. Me estoy despidiendo de la gente que fue valiosa en mi vida, devolviéndoles algo que alguna vez tuvimos en común". (pág 93)
Abdón cumple setenta años con la demoledora noticia de que su mente dejará de recordar, de que él dejará de ser y de conocer el mundo y las personas que le rodean.
Este profesor de historia, decide entonces emprender su último viaje, acompañado de su hija Virginia. Esa hija con la que nunca tuvo una relación demasiado estrecha, pero que llegado este momento siente que debe estar con su padre y cuidarlo.
El recorrido de Abdón se convierte en un viaje en el que conviven presente y pasado. Cada libro que entrega hace que se produzca un reencuentro con alguien del pasado, que vengan, en ocasiones, recuerdos a su mente enferma, no siempre claros, no siempre veraces. En el viaje también los lugares son importantes, esos que recuerda y ya no están, los paisajes de su infancia y juventud apenas cambiados en su Avellaneda natal, esa librería que ya no existe el el lugar en que estaba cuando revolvía sus estantes...

"El paisaje que les rodea es, en ocasiones, similar al que Baroja describe en su novela y Abdón se siente también como el protagonista: un viajero atribulado que recorre muchos kilómetros buscando algo que está en su propio interior". (pág. 101)
El narrador además nos va desgranando los pensamientos de Virginia, su evolución en paralelo al avance de la enfermedad de su padre, con el que va sintiendo una conexión que nunca creyó posible.
"Antes de abandonar el cuarto, desde el vano de la puerta, Abdón vuelve el rostro para observar por última vez la figura dormida de su hija que ya apenas cabe en aquella cama infantil y piensa que es aquella noche como una despedida. Es un adiós irrechazable porque pronto comenzará a no ser el mismo. Su cerebro en desguace irá poco a poco caducando hasta expulsarle de aquella casa y sustituirle por otro, por un anciano desconocido, olvidadizo e inmemorial". (pág. 72)

Avellaneda, pueblo de origen de Abdón

Su hija, su mujer Cecilia, fallecida hace ya años, su hijo Benito, los amigos de juventud, los del tramo final de su vida, sobre todo Plácido, todos se van difuminando.
"Todo está desapareciendo paulatinamente de su vida porque ha llegado un animal polifémico y está deglutiendo  los paisajes arcaicos de manera cruel e imparable. Todas las conversaciones que mantuvo con aquel viejo bibliófilo que regentaba la tienda han desaparecido. Han desaparecido las sensaciones, las imágenes de los tomos ordenados en el estante, los rostros pasajeros, la memoria." (pág. 122)

Javier Sachez nos regala una novela maravillosamente escrita, con una riqueza de vocabulario que es realmente complicado encontrar en novelas recientes y que se agradece enormemente, porque además no hace la lectura más pesada ni difícil, una historia en la que los libros, el espacio, el tiempo, la familia y la enfermedad son protagonistas por igual, todos ellos importantes y parte fundamental de esta ruta que emprende Abdón.
Gracias al blog Un lector indiscreto, he conocido a un autor que realmente vale la pena y al que no hubiera llegado si no es por la recomendación de Paco.
Como bien dice Victoriano Santana en el prólogo (que os recomiendo que dejéis para el final, porque desgrana mucho la novela): "Toda excelencia solo puede fundarse en el vislumbre de las tres mayores virtudes (¿las únicas, quizás?) que cabe esperar de un texto literario: por un lado, que entretenga; por el otro, que remueva conciencias; por último, que haga uso de la función poética de la lengua de una manera, cuanto menos, eficaz, solvente, adecuada para el conveniente prestigio lingüístico de la pieza creada. La obra que nos ocupa cumple con todas las virtudes enumeradas de manera sobresaliente". 


"Lo terrible no es olvidar el nombre de las personas. Lo terrible es olvidar su significado." (pág. 131)


lunes, 20 de noviembre de 2017

FRAPPE-TOI LE COEUR

Portada de la edición francesa
Amélie Nothomb es una de mis escritoras favoritas. La belga suele ser apuesta segura, es muy raro que alguno de sus libros no me guste. Tengo que decir también que Amélie suele gustar mucho o nada, no son habituales las medias tintas con ella, porque tiene una forma muy diferente y original de plantear las novelas. 
Todas sus obras son breves, incisivas y directas, plantean temas universales, como los grandes clásicos, pero con un estilo mucho más accesible, sin dejar de estar muy trabajado. Cada palabra tiene su lugar y cada frase es importante. 
Anagrama es la editorial española que publica a Amélie, y aunque no está traducida siempre por la misma mano, las traducciones son excelentes.
Frappe-toi le coeur, el título de la nueva propuesta de la escritora, sale de un verso del escritor decimonónico Alfred de Musset. 
Según he podido leer en un artículo de una revista cultural, este verso sería:  "Frappe-toi le cœur, c'est là qu'est le génie" (esta segunda parte del verso aparece en la contraportada en la edición francesa). Y el que sigue a este sería: "C'est là qu'est la pitié, la souffrance et l'amour". Y aquí está la esencia del libro, de la historia que nos cuenta: La piedad, el sufrimiento y el amor. El corazón, en su acepción literal y figurada, está en el centro de todo.
Haremos el recorrido vital de Diane desde el mismo momento en que nace hasta la treintena. Su jovencísima madre solamente es capaz de sentir envidia de ella, pues todo el protagonismo pasa a ser del bebé. Diane nace sin el amor y el contacto de una madre, a pesar de que ella sí la ama profundamente, y esto marcará enormemente su forma de ver la vida y de relacionarse con los demás: con sus hermanos (a los que su madre ha tratado de otra forma y veremos cómo les ha influido), con sus compañeros de colegio y por fin su relación laboral en la Facultad de Medicina.

"Diane aimait sa mère au point d'être capable de saisir, à 4 ans, le sentiment d'injustice que celle-ci éprouvait à ne pas avoir une vie à la hauteur de son attente". (Pág. 47)

La forma en que la ausencia de cariño materno marca a Diane es el tema principal de la novela, que con poco más de cien páginas, consigue, como siempre lo hace cuando detrás de ella está la pluma de Nothomb, que el lector sienta esa angustia de Diane, entienda sus decisiones y su manera de comportarse, se apiade de ella, desee consolarla, abrazarla, necesita que sea por fin feliz.

Alfred de Musset

Encontraremos una prosa con toques muy literarios en su vocabulario, que no dificultan la lectura en absoluto y la enriquecen; es directa, sin metáforas ni opciones a la lectura entre líneas.  Aunque suele haber toques autobiográficos en su obra, en este caso la escritora no cuenta ningún episodio vivido en primera persona.
La novela, que suma el número 25 en la producción literaria de Amélie Nothomb, realmente toca el corazón del lector e invita a la reflexión en numerosas ocasiones.
No sé cuándo estará traducida al español, imagino que antes de que termine el año, porque la edición francesa es del mes de agosto. Tomad buena nota, porque vale mucho la pena.
Amélie Nothomb nació en Japón en 1967, y allí estuvo hasta su adolescencia. Publicó su primera novela en 1992 y pronto tuvo el reconocimiento de crítica y público con numerosos premios a su obra. Cursó estudios universitarios de Filosofía y Filología Francesa. Desde 2015 es miembro de la Real Academia de Lengua y Literatura Francesa de Bélgica. 
Algunas de sus obras han sido llevadas a los escenarios teatrales o a los cines. 
A través de una encuesta de Le Figaro a 35 críticos literarios fue elegida como la mejor escritora menor de 40 años.  

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL COLOR DEL SILENCIO

Hace unas semanas un amigo bloguero me preguntaba por qué hacía tanto tiempo que no escribía por aquí. Pereza, desgana, contesté. Y hoy me doy cuenta de que realmente lo que hacía que no me pasara por el blog a compartir mi lectura de alguna novela es que desde la última ninguna me había llegado tanto como para sentarme y compartir mis impresiones con los que os pasáis por aquí.
Elia Barceló publicó su primera novela en 1989, y de hecho leyendo los títulos de sus obras, muchas de ellas me suenan, pero ninguna había caído en mis manos hasta ahora.
Con El color del Silencio, esta escritora valenciana me ha enamorado absolutamente, y me ha hecho recordar en muchos momentos de la historia a otra escritora que me gusta mucho: Marta Rivera de la Cruz, por su manera de crear los personajes, sobre todo los femeninos, por esa atmósfera en la que entra el lector y donde todo importa, colores, olores, sonidos, lugares...
En esta novela hay dos líneas temporales, una que se desarrolla en Marruecos en las décadas de los 40 a los 60 y otra en la época actual, entre Madrid y de nuevo Marruecos.
En la historia del presente, encontramos a Helena Guerrero, una pintora reconocida entre las mejores del mundo, con residencia en Australia, que vuelve a Madrid para asistir a la boda de su nieta y para reencontrarse con su cuñado, que le ha enviado un misterioso correo electrónico.. Helena lleva décadas completamente alejada de su familia y acude con Carlos, su actual pareja.
A Helena le esperan una serie de cartas y fotografías que la harán viajar a La Mora, donde vivió con su familia los años más felices de su vida, aunque allí también vivió momentos terribles que la marcarían para siempre.
En paralelo a la historia familiar, que se alimenta con las cartas de la madre de Helena, Blanca, y los recuerdos de la propia Helena, iremos conociendo el ambiente social y político en España y Marruecos con un gran protagonismo de Goyo, el padre de Helena, un empresario adinerado cuyo pasado militar muy vinculado a Franco desconocía la familia. 
Pasiones juveniles, relaciones familiares en unos años en los que la mujer era un mero adorno, dependía para todo de su marido y no era nadie si no traía hijos al mundo. 

"Cuando tú y yo estábamos juntos el mundo temblaba. Todo adquiría otra textura, otra dimensión: los colores se volvían más brillantes, las calles más anchas, el cielo más alto y más azul. ¿Cómo iba yo a prescindir de una experiencia así, después de haberla conocido?" (pág. 138)

Secretos que se cubrieron en su momento, sospechas que no se verbalizaron por miedo a dañar, malos entendidos, amores y desamores. En definitiva, la vida misma porque ¿quién no guarda un secreto? ¿Quién no ha interpretado las palabras o actos de otro sintiéndose dañado y queriendo huir? ¿Quién no se ha sentido invencible y poderoso en un momento y frágil y desvalido al instante?

"Todos pasamos por las mismas cosas. A todos nos aguarda nuestra vejez y nuestra muerte, nuestra propia experiencia de primera mano de lo que hemos oído comentar cientos de veces a las generaciones anteriores creyendo en nuestra soberbia juvenil que nunca nos sucedería. A nosotros no. A nosotros nunca. Porque éramos más listos, más guapos, más modernos, más rápidos. A nosotros no." (pág. 180)


Elia Barceló. Foto: www.que-leer.com
Helena desentrañando los secretos familiares, termina por conocerse mejor a sí misma, se reconcilia con su pasado a través de lo que le es revelado por su madre en las cartas y consigue que desaparezcan esas sombras que refleja en todos sus cuadros, esas heridas abiertas que los años no consiguieron cerrar hasta ahora, con setenta y tres años a sus espaldas. Pero nunca es tarde para sentirse renovada, quitarse la culpa del alma y reconciliarse con los protagonistas de nuestro sufrimiento pasado o presente.

"Ya nada puede hacerte daño, Helena. Todo lo que podría haberte hecho sufrir ya sucedió. Ahora todo lo que consigamos averiguar solo puede ser para mejor, para arrojar luz sobre el asunto. Tú y yo, juntos, vamos a hacer desaparecer esas sombras. Míralo como un desafío intelectual, como un rompecabezas, como algo que no tiene nada que ver contigo, con nosotros, como un cuadro que quieres pintar y antes tienes que saber qué hay en él y cómo vas a disponer los elementos para que luego se vea una imagen global coherente y poderosa." (pág. 216)

"- A veces, en ciertos momentos se dicen cosas sin pensar - intentó ayudar Carlos.
- Sí, cosas que salen del corazón, esas verdades que nunca se formulan porque uno sabe que duelen demasiado, pero hay momentos en que falla el control y las palabras salen. Y lo malo es que, una vez las has pronunciado, no puedes recogerlas ya. Es como tirar un vaso de agua al suelo: no es posible recuperar el agua y que vuelva a estar en el vaso igual de transparente que antes de caer." (pág. 349)

"Todo el mundo supone que es el único que tiene secretos, que los demás son almas cándidas, seres sencillos que viven solo en la superficie mientras que uno es el único capaz de doblez, de profundidades que tiene que esconder de los que le rodean." (pág. 416)

Encontraremos muchas frases para la reflexión, sobre todo en las cartas de Blanca a su hija, una protagonista, Helena, con la que se conecta con facilidad, una historia con mucho sufrimiento familiar pero con mensaje positivo sin resultar ñoño. Una lectura con la que he disfrutado y os recomiendo.