miércoles, 19 de junio de 2019

VIAJE AL PAÍS DE LOS BLANCOS

El libro que escribe Ousman Umar relatando su viaje desde una aldea de Ghana hasta el País de los Blancos, Europa, debería ser lectura obligatoria en los institutos. La única manera de entender qué hay detrás de cada patera y empatizar con las personas que llegan, asustadas, asumiendo un riesgo increíble y viviendo una experiencia demoledora, es escucharles o leerles, empatizar con ellos, intentar dentro de lo posible, hacerles el camino más llevadero. 
La sinopsis dice: "Mi nombre es Ousman Umar. Sé que nací un martes, no sé de qué mes ni de qué año porque en mi tribu eso no importa. Crecí en la sabana africana. Caminaba siete kilómetros para ir a la escuela. Mi vida era feliz y sencilla, hasta que un día, entre juegos, vi un avión volar. Desde ese momento quise ser piloto, ingeniero, todo, menos negro. La curiosidad por conocer el mundo me empujó a hacer un viaje sin retorno hacia el País de los Blancos. A los trece años crucé el Sahara a pie, el mar en patera y vi morir en el camino a la mayoría de mis compañeros de viaje, entre ellos a mi mejor amigo. Cuatro años después de comenzar esa hazaña, logré llegar a España y, tras varios meses durmiendo en la calle, me acogió una familia. La primera noche que dormí en su casa, pese a las comodidades y el confort, me puse a llorar como un niño. ¿Por qué había sufrido tanto? ¿Por qué tanta lucha? ¿Qué había hecho mal?Ahora, necesito contar esta historia, hasta que no haya más historias como esta que contar."
Ousman sabe que ha sido afortunado. No solamente ha sobrevivido, también ha tenido la suerte de encontrarse con personas que le han ayudado y él ha devuelto con creces la ayuda trabajando, estudiando y además fundando la ONG Nasco Feeding Minds, a través de la cual instala ordenadores en escuelas rurales de Ghana para que los estudiantes tengan acceso a la información y por lo tanto al conocimiento, imprescindible para poder cambiar las cosas y tener un futuro mejor en su propio país. La formación como herramienta necesaria para construir un país, para no tener que dejarlo todo atrás y buscar otros destinos, poniendo en peligro la vida a cada paso.



Termino la lectura de esta historia real, de este testimonio en primera persona, preguntándome qué ocurriría si a las personas que vienen se les diera una oportunidad, si pudieran formarse, trabajar... Seguro que habría más como Ousman, seguro que su trabajo y conocimiento llegarían a sus países y habría un futuro menos incierto para los niños de hoy.
Experiencias como estas hacen pensar. Conocer la historia que hay detrás de esos rostros que llegan a través del mar, nos acerca a ellos y los humaniza, son personas como nosotros. En el fondo, tememos a lo desconocido. 

"Todo el mundo funciona por dinero, hasta en aquellas circunstancias tan desesperadas. Por encima de cualquier humanidad. Aquel hombre se aprovechaba de sus conocimientos sobre el desierto para vaciar nuestros bolsillos de las pocas monedas que nos quedaban. Cada dos días nos pedía más dinero".
"A pesar de todo, no me arrepentía de haber iniciado mi viaje. En ese caso hubiera intentado regresar a casa, cosa que nunca hice. Nunca sentí nostalgia de mi hogar, nunca lloré por volver. En ese camino no hay vuelta atrás. Llegas muerto o llegas vivo, pero no hay vuelta atrás".
"Tenía agua caliente, calefacción, comida, una cama de matrimonio enorme solo para mí. Sin embargo, ajeno a la placidez exterior, mi interior sufría una tormenta. Se me cayó el mundo encima. De pronto, ya no tenía que luchar. Creo que era la primera vez que me relajaba del todo desde mi partida, ya no había incertidumbre en el futuro, estaba seguro".