lunes, 29 de enero de 2018

DEL COLOR DE LA LECHE

"en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas".

Mary apenas sabe escribir, no ha aprendido las mayúsculas, no sabe que tras un punto tiene que ponerlas, pero Mary, a pesar de su ignorancia tras pasar toda su vida trabajando de sol a sol y no haber pisado la escuela ni un solo día, consigue contar su amarga historia.

"padre nos necesita aquí en la granja para hacer todo el trabajo y no puede permitirse que estemos en otro sitio, en un colegio aprendiendo cosas que no podríamos usar, porque quién necesita aprender a leer palabras y a escribirlas cuando tiene que estar recogiendo piedras del suelo y metiéndolas en cubos. y ordeñando a las vacas y metiendo la leche en cubos".

La vida rural en Inglaterra en 1830 sin duda era difícil, pero lo era todavía más en el caso de nuestra protagonista, que a la edad de quince años y con una gran inocencia, relata cómo transcurre su día a día en una granja cualquiera en cualquier punto del país, una casa en la que su madre sólo ha parido niñas, que de todos es sabido que rinden menos en el trabajo que los niños, y en la que conviven además con el abuelo, que por viejo e inútil vive casi olvidado en el cuarto de las manzanas.
Mary y su familia se rigen por la naturaleza, por la luz del sol, que marcará sus largas jornadas en el campo, ocupándose de las vacas y los cultivos, comiendo pan duro y algún trozo de queso.
Mary no ha sido afortunada y además de ser mujer, está coja. La vida duele.

"mi pierna es mi pierna y nunca he tenido otra pierna. así he sido siempre y así he caminado siempre. madre dice que ya era así cuando vine al mundo. era una especie de desperdicio con el pelo como la leche y nací después de lo que pensaban y por esa razón estaba cubierta de pelo como si fuera un animal y tenía las uñas largas".

"quiero no tener nunca hambre y no tener nunca sed y no estar nunca tan cansada que me quedo dormida mientras voy caminando. más te vale que busques un marido rico, dijo violet".

Aunque Mary se esfuerza, su cojera hace que vaya más lenta que los demás, así que su padre decide que entre al servicio del vicario para cuidar de su mujer enferma. 

Nell Leyshon. Foto: www.nellleyshon.com

Su vida en la granja no era fácil, pero al menos tenía a sus hermanas, charlaba con su abuelo... Se siente sola en casa ajena, y pronto empezará también a sufrir su condición de mujer, de pobre, de alguien que no cuenta, de quien se puede hacer el uso que se desee porque no cuenta para nada ni para nadie.


"a veces tener memoria es una buena cosa, porque ahí está la historia de tu vida y sin ella no habría nada, pero otras veces tu memoria guarda cosas que preferirías no volver a saber nunca y, por mucho que intentes quitártelas de la cabeza, siempre vuelven".


Desde la torpeza del lenguaje infantil, sin filtros, desde el corazón, con frases cortas, sin mayúsculas, Mary quiere que se conozca su historia, ahora que ha conseguido aprender a leer y a escribir en casa del vicario, desea que se conozca lo que ha vivido en sus quince años, quizá en algún momento a alguien le importe, podría ser que alguien quisiera saber por qué actuó como lo hizo, qué la llevo al lugar desde el cual escribe estas letras, apenas 200 páginas que llevan al lector a meterse de lleno en su vida, a desear tenderle la mano para rescatarla del sufrimiento continuo. Una lectura que se queda en el recuerdo, de las que dejan huella.

La pequeña editorial Sexto Piso ha tenido el acierto de publicar esta pequeña historia en nuestro país en 2013. Hasta ahora no conocía esta editorial, pero creo que la seguiré de cerca a partir de esta lectura tan intensa y emotiva.

martes, 9 de enero de 2018

No pasa nada. Y si pasa, se le saluda

Estos primeros días del año están siendo bastante agotadores, con el peque malito, yo con dolor de muelas... Y desde luego sin descansar es complicado concentrarse para leer. Tenía en mi mesilla de noche las próximas lecturas organizadas, pero me veía incapaz de abordar una novela histórica o una saga familiar.
Recordé entonces que Raquel Martos, con la que me lo paso fenomenal cuando interviene en el programa de Julia Otero (comparte la sección Las Personas Físicas con Juan Gómez-Jurado), había escrito alguna novela y la tenía en mi Kindle. 
En efecto, esta historia estaba en mi Kindle esperándome y le tocó el turno.
Raquel Martos desborda talento, tiene una vis cómica fabulosa y escribe unos guiones ágiles, mordaces, interesantes. Me gusta muchísimo, y ahora que he leído esta novela, me gusta todavía más, porque he visto plasmada en ella a la Raquel Martos que escucho por la radio y me ha encantado. 
Raquel nos cuenta al final de la novela que ella misma vivió un problema importante con sus cuerdas vocales, sufrió dos operaciones y creyó que ya nunca volvería a dedicarse a su profesión y pasión: la radio. Imagino que esta historia personal serviría de base e inspiración para contarnos cómo Carla, una locutora de radio, tiene que operarse y guardar silencio durante seis semanas para recuperarse.
Ella, que es una charlatana impenitente, de las que habla y luego piensa, de las que siempre tiene algo que decir, tiene que estar en silencio, pegada a una pizarra para poder comunicarse con los demás. Y este parón, este escuchar más que hablar, le vino muy bien a Carla.

"Conviene parar de vez en cuando, cruzar a la otra acera y ver nuestra vida, y a nosotros mismos, dese otro prisma, para fijarnos bien, para volver a sentir, para dejarnos seducir de nuevo como aquel primer día en el que abrimos lo que nos brindaba el destino como un regalo, desenvolviendo con cierto temblor de manos el papel brillante y sintiendo la emoción de que aquello que tanto deseábamos era nuestro por fin".

La operación de Carla coincide con un momento complicado a nivel personal y profesional. Acaba de dejar una relación muy tóxica con su ex y sospecha que en la radio habrá recortes que pueden afectarle muy directamente. 

"La vida es lo único que tenemos y el momento es el que nos toca. Te ha tocado este, se siente, te jodes, lo coges o lo dejas, vives la vida o te tiras por el balcón. Yo, desde luego, paso de balcones, tengo vértigo".

"Es difícil evolucionar sin moverse del sitio; para crecer hay que marcharse, sentir el vértigo que comporta cada reto, asumir el riesgo y superar el miedo a fracasar. Pero yo nunca aprendí esa lección, esperé y esperé hasta desesperar".

Y Carla durante estas semanas vive una montaña rusa de emociones, con su mejor amiga, Marián, con su mejor amigo, Juan, su confidente desde la Universidad, con su madre, a la que redescubre como mujer... 

"Es tan placentero cobijarse en el mundo madre, así tengas cincuenta años, que, a veces, se te olvida quién es ella, la que está detrás del título de "mamá". Y olvidas que tiene sus propios sueños y frustraciones, sus propios deseos y necesidades, que tiene su propia vida y que esta no gira únicamente en torno a ti".

Raquel Martos. Foto: www.ondacero.es

A ratos reflexiva, a ratos divertida, irónica, incluso faltona, según el personaje que tenga protagonismo en ese momento, la historia se lee entre la risa, la sonrisa, la nostalgia, la asertividad y la emoción.

"Es imprescindible detenerse a elaborar recuerdos, ser conscientes en tiempo real de lo que nos va sucediendo porque, cuando desaparece el instante, es lo único que nos queda, la memoria de lo que un día vivimos, cuando fuimos inmensamente felices, cuando sentíamos que no importaba nada más, como ahora".

"Follar es antioxidante, ni té blanco ni resveratrol, ni hostias, cada polvazo te rejuvenece un día y si te masturbas tú, a mano o a máquina, te quitas un cuarto de hora, ja, ja, ja". 

Estoy segura de que repetiré con Raquel Martos, ya me han recomendado otra de sus novelas: Los besos no se gastan. El título promete.

miércoles, 3 de enero de 2018

TARRO LIBRO 2018

Un año más, desde 2015, hemos juntado un euro por cada libro que hemos leído completo. 
La estupenda idea surgió de Carmen, del blog literario Carmen y Amigos, y desde entonces participamos desde Matibascorner. El primer año yo sola, pero ya desde el segundo me acompaña mi niño, con quien comparto afición lectora.
Participar es tan fácil como querer hacerlo, basta con decidir en qué recipiente vamos a introducir los euros durante el año, sacarle una foto y solicitar en la página de Facebook de la iniciativa formar parte de ella, adjuntando la foto de nuestro tarro.
Da igual los libros que se lean, tanto el número como el género literario o las páginas, lo importante es encontrar a otras personas con la misma afición, recomendarnos lecturas (la lista es interminable, pero nos encanta) y tener la ilusión de ver crecer y crecer nuestro botín que tras doce meses se convertirá en nuevos libros para nuestras estanterías.
En el reto Tarro-libros 2018 contamos con una novedad, que es la cuenta en IG y un hashtag para seguir las publicaciones de los miembros : #tarrolibros2018.
Nuestro balance en el reto no podría ser mejor. El primer año reuní 40 euros, el segundo 50 y este año 56. En 2018 mi objetivo será llegar a los 60 libros. Mi niño participó dos veces, el año pasado leyó 30 libros y este año 24, que tampoco está nada mal.

Mis lecturas del año, tras abrir el tarro-libro

Participar en el reto hace que entre nosotros en casa nos "piquemos" a ver quién lee más, y a la vista está, que leemos bastante más que la media. Que la media de las encuestas, porque hay participantes del reto que superan con creces los 100 libros al año... ¡A nosotros no nos da la vida para tanto!
Este año repito tarro-libro. Seguiremos metiendo los euros y los títulos de los libros que hemos leído en nuestro pequeño cofre del tesoro.
Si os animáis, sólo pinchad AQUÍ y mirad lo sencillo que es unirse al reto.

Nuestro tarro-libro para 2018 ya preparado