viernes, 23 de septiembre de 2016

FARIÑA

Coca, farlopa, perico, merca, Fariña.
Nunca Galicia comercializó un producto con tanto éxito. Aunque ahora parezca una pesadilla lejana, en los años 90 el 80 por ciento de la cocaína desembarcaba en Europa por las costas gallegas.
Aparte de su privilegiada posición geográfica, Galicia disponía de todos los ingredientes necesarios para convertirse en una «nueva Sicilia»: atraso económico, una centenaria tradición de contrabando por tierra, mar y ría, y un clima de admiración y tolerancia hacia una cultura delictiva heredada de la época de los «inofensivos» y «benefactores» capos del tabaco. Los clanes, poderosos y herméticos, crecieron en un clima de impunidad afianzada gracias a la desidia (cuando no complicidad) de la clase política y de las fuerzas de seguridad.
A través de testimonios directos de capos, pilotos de planeadoras, arrepentidos, jueces, policías, periodistas y madres de toxicómanos, Nacho Carretero retrata con minuciosidad un paisaje criminal con frecuencia infravalorado. En el imaginario popular, ese costumbrismo kitsch de capos con zuecos y relojes de oro ha oscurecido el potencial destructivo de un fenómeno que arrasó el tejido social, económico y político de Galicia.
Fariña incluye, además, un repaso inédito por los clanes que siguen operando hoy en día. Porque en contra de la creencia mediática y popular —tal y como demuestra este libro—, el narcotráfico sigue vivo en Galicia.
Este es el texto de la contraportada del libro. En realidad, una parte, porque termina con la frase final de éste: "No se debe olvidar lo que todavía no ha terminado".
Un buen día mientras volvía a casa del trabajo, como siempre con la compañía de la radio, escuché la entrevista a Nacho Carretero en la que hablaba sobre este libro. El periodista siempre se sintió atraido por este tema, aunque la idea de escribir sobre ello no le rondó la cabeza hasta hace unos años. En una de las muchas entrevistas en prensa que pude leer comenta que siempre sentimos fascinación por lo de fuera y quizá por eso algo tan cercano, aunque fuese una buena historia, no tuviese la fuerza suficiente para pensar en contarla.
Galicia es la tierra perfecta para una actividad como el contrabando, sus costas, con miles de escondrijos, son un escondite perfecto si se conocen bien, por lo que desde los años 80 con el tabaco y a partir de los 90 con la droga, hachís, cocaína y heroína, se convirtió en la entrada principal de estas sustancias en Europa.
Soy gallega y los veranos de mi infancia transcurrieron en Boiro. Recuerdo perfectamente las luces nocturnas, el ruido de las planeadoras y también algo en lo que insiste mucho Nacho Carretero, esa aceptación social de los que traían tabaco, un tabaco que daba dinero al que ayudaba a meterlo en tierra y además ahorraba al consumidor, puesto que el Winston "de batea" era más económico, así que se miraba hacia otro lado mientras los clanes gallegos se hacían millonarios.
Esto fue cambiando con la entrada de las drogas, sobre todo de la heroína, que hizo que en muchas zonas de las Rías Baixas se hablase de la "generación perdida". Hubo muchos muertos que no llegaron a los 30. Pero ahí estuvieron las madres de estos jóvenes, gritando alto y fuerte y señalando a los culpables, nace Érguete y consigue agitar conciencias y que se empiece a tomar en serio el tema, tanto política como policial y socialmente. Muchos periodistas se la jugaron para que la población supiera lo que ocurría y lo grave que era.
Los clanes gallegos eran muy apreciados y desde el otro lado del océano les buscaban por su buen hacer y su discreción.

 Nacho Carretero. Foto: www.elidealgallego.com
Entrevistas, sumarios, noticias de prensa... Un recorrido muy bien documentado y que además nos recuerda que no debemos olvidar que todavía no se ha terminado, que aún se descarga droga en Galicia y otros lugares a través del entramado de estos narcos.
"Galicia sigue siendo una cantera enorme de narcos. De transportistas y pilotos de planeadoras. Cuando detienen a uno, enseguida aparecen un par de ellos dispuestos a sustituirlo" (pág. 312)
"El pinchazo inmobiliario les afectó. Si antes los bancos de Arousa abrían sus puertas a Esther Lago con bolsas de basura llenas de dólares, florines y pesetas, ahora la banca gallega no quiere saber nada del narcotráfico. Atrás quedaron los años en que un vecino de Vilagarcía iba al cajero, veía que tenía cuatro millones de pesetas en su cuenta y se iba sin preguntar" (pág. 317)
Quizá tendemos a pensar que aquellos tiempos han terminado, que esto ya no es lo que era, pero no es así, la diferencia es que antes se les veía, hacían ostentación de sus bienes, descargaban a plena luz del día, y ahora se esconden, son más discretos, no se pasean con fajos de billetes por el pueblo, pero ahí siguen y la razón no es otra que la ambición. 
"Yo me pregunto si les merece la pena una vida de tanto estrés y preocupaciones a cambio de ser millonarios", dice un policía. Y la respuesta es la de siempre: les pierde la ambición; los capos gallegos no saben dejarlo". (pág. 323)
Antaño la policía trataba de pillarlos con las manos en la masa, ahora es Hacienda quien sigue la pista de ese dinero que se intenta blanquear y que muchas veces es la forma de lograr penas de cárcel para los cerebros de las operaciones, que no se manchan las manos con la droga que traen. No olvidemos que la última detención se produjo en 2015, ayer como quien dice. No podemos hablar en pasado del narcotráfico en Galicia, por desgracia hay relevo a aquellos narcos de los 80 y 90.
Una lectura muy recomendable para hacer un repaso de aquellos años tan revueltos y para darnos cuenta de que el problema sigue ahí.