miércoles, 7 de febrero de 2018

NUESTRA CASA EN EL ÁRBOL


Esta novela es mi estreno con Lea Vélez, aunque ya tiene otros dos libros publicados. Me llamó la atención porque Lea nos habla de Ana y sus tres hijos, una mujer que, como la escritora, se queda viuda con niños pequeños y, al igual que ella, tiene unos niños que son superdotados. Cualquier madre podrá entender lo que puede suponer esto en el sistema educativo actual, y si no se lo imagina, en el libro nos lo relatan a la perfección.

"Las madres no estamos acostumbradas a encaramarnos a las ramas, así que hay que tener muy en cuenta la fuerza de la gravedad y conseguir, si es posible, que las cosas que han de caer caigan a nuestro favor. A fin de cuentas, la gravedad es una fuerza y las fuerzas a favor de las madres viudas y con tres niños nunca sobran". (pág. 56)
"Tenemos superpoderes pero, no te preocupes, en el colegio nos quedamos muy calladitos para que todos se crean que somos como los demás ¿Y sabes qué, mami? Que les hemos engañado". (pág. 344)

Lea Vélez cuenta en una entrevista en Mujer Hoy que uno de sus hijos, apasionado por la astronomía y con una curiosidad y un vocabulario fuera de serie, se estrellaba continuamente en el colegio, donde sufría lo indecible: "Las madres de niños con altas capacidades lloramos muchísimo porque revivimos la infancia escolar, el dolor, el aburrimiento, la soledad. Aún no sabía qué eran las altas capacidades ni sus siglas". Y es que los colegios no están preparados para dar a cada niño lo que necesita, se les encasilla, se les sienta a una mesa a una edad muy temprana y venga a colorear y a escribir frases que la mayoría de las veces ni les interesan. 

"Mamá, es posible que los hombres antiguos vivieran menos años, pero creo que aprovechaban mejor el tiempo. Para empezar, no lo derrochaban tontamente mirando la tele. Hablaban, se contaban historias, caminaban a todas partes, pintaban bisones en las cuevas..." (pág. 114)

¿Dónde se quedan la creatividad, el ingenio? ¿En qué momento muere la curiosidad? Si con un niño de inteligencia media ya es complicado, la tarea de Ana, con tres superdotados en casa haciendo preguntas sobre física cuántica, matemáticas avanzadas, cine, literatura o anatomía, se me antoja una enorme montaña muy difícil de escalar. Y aquí el atractivo fundamental de este libro, la historia del día a día de esta peculiar familia, de una madre que entiende perfectamente que tiene que dejar España, dejar atrás su vida anterior y empezar de cero con sus tres hijos. Rompe con todo con gran valentía y comprende a sus hijos y los acompaña en su camino de una forma excepcional, admirable, envidiable.

"Los hijos no nos enseñan a ser padres, no enseñan a ser hombres. Hombres en el sentido humanístico de la palabra. Ellos no han dejado desde el primer día de darme ejemplos de grandeza de miras, de reflexión sin prejuicios, del concepto humano de libertad y dignidad que de forma innata persigue todo individuo". (pág. 270)
La casa que Lea construyó a sus hijos. Foto: http://navarra.elespanol.com
Ana sabe que la clave es el respeto al ritmo de cada niño, llegar a donde ellos quieran llegar motivados por su curiosidad, aunque tenga que bucear en la enciclopedia en busca de las respuestas a las preguntas de su hija de 4 años.
Pero Ana es de carne y hueso, también tiene sus momentos de flaqueza, no estamos ante una madre inverosímil, ella también se siente sola, se frustra, o pierde la paciencia. Y cuando eres madre entiendes perfectamente lo que ella está pasando, esa especie de montaña rusa que es criar a un hijo y esa lucha contra el sistema que tantas veces les daña. En ocasiones la soledad le pesa enormemente.

"La enfermedad es también una forma de descansar. Pero mamá no podía descansar. Estaba sola y las mujeres solas nunca enferman. No les está permitido deprimirse. Creo que por eso escribía en sus diarios. Sus pequeños melodramas duraban un día, una tarde, unas horas, y cursaban sin fiebre. Ella nos lo explicaba así:
- A veces echo tanto de menos un abrazo de papá que me siento como una niña perdida en un bosque.
- Tú nunca te perderías en un bosque porque conoces los puntos cardinales - le dijo mi hermano.
- ¿Pero y si los árboles me tapan las estrellas?
- No, mamá - le dije yo -, porque entonces te subirás al árbol más alto para ver el cielo desde allí". (págs. 164-165)

Los tres niños viven rodeados de adultos en el hostal inglés, herencia del marido de Ana, a orillas del río Hamble, donde podrán explorar el mundo y donde su madre construye para ellos una casa en un árbol, su refugio.

Lea Vélez con sus hijos. Foto: http://www.mujerhoy.com
A través de los recuerdos de los hijos, de sus cartas infantiles y del diario de la madre, iremos descubriendo el día a día de la familia y un poco, bastante poco, de la faceta de Ana como mujer con miedo a compartir su vida con un hombre.

"Los hijos son el motivador de la excelencia. Ellos nos empujan constantemente a ser mejores, a buscar soluciones, a hacer mil cosas más de las que haríamos en condiciones normales. Sí, es verdad que soy una gran madre, como tantas madres, pero, desgraciadamente, no soy una gran carpintera. El gran carpintero era mi marido". (pág. 134)

La lectura es muy agradable y fácil, llena de ocurrencias infantiles fruto del ingenio real de los niños, sus razonamientos llenos de toda lógica y su enorme sentido del humor. Una de las cosas que Ana descubre como madre es que el sentido del humor es fundamental en su relación con sus hijos, y que la risa es un excelente conductor que hace que lleguen más fácilmente ciertos mensajes y conecten mejor con los pequeños.

"Mamá, mi profesora dice que el hombre inventó el submarino y el sonar, pero no es verdad. No tiene razón. El hombre no inventó el sonar. El sonar lo inventaron los murciélagos. Y encima, las ballenas usan el sonar desde bebés porque sus madres no les dicen nada más nacer que son demasiado pequeñas para usar el sonar y que ya lo aprenderán a usar cuando sean mayores y vayan a la universidad". (pág 347)

He disfrutado mucho con esta novela, me he emocionado, he reído, he reflexionado, he visto en muchos momentos reflejado a mi propio hijo y sus razonamientos disparatados dentro de su lógica infantil. Una lectura muy recomendable.

lunes, 29 de enero de 2018

DEL COLOR DE LA LECHE

"en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas".

Mary apenas sabe escribir, no ha aprendido las mayúsculas, no sabe que tras un punto tiene que ponerlas, pero Mary, a pesar de su ignorancia tras pasar toda su vida trabajando de sol a sol y no haber pisado la escuela ni un solo día, consigue contar su amarga historia.

"padre nos necesita aquí en la granja para hacer todo el trabajo y no puede permitirse que estemos en otro sitio, en un colegio aprendiendo cosas que no podríamos usar, porque quién necesita aprender a leer palabras y a escribirlas cuando tiene que estar recogiendo piedras del suelo y metiéndolas en cubos. y ordeñando a las vacas y metiendo la leche en cubos".

La vida rural en Inglaterra en 1830 sin duda era difícil, pero lo era todavía más en el caso de nuestra protagonista, que a la edad de quince años y con una gran inocencia, relata cómo transcurre su día a día en una granja cualquiera en cualquier punto del país, una casa en la que su madre sólo ha parido niñas, que de todos es sabido que rinden menos en el trabajo que los niños, y en la que conviven además con el abuelo, que por viejo e inútil vive casi olvidado en el cuarto de las manzanas.
Mary y su familia se rigen por la naturaleza, por la luz del sol, que marcará sus largas jornadas en el campo, ocupándose de las vacas y los cultivos, comiendo pan duro y algún trozo de queso.
Mary no ha sido afortunada y además de ser mujer, está coja. La vida duele.

"mi pierna es mi pierna y nunca he tenido otra pierna. así he sido siempre y así he caminado siempre. madre dice que ya era así cuando vine al mundo. era una especie de desperdicio con el pelo como la leche y nací después de lo que pensaban y por esa razón estaba cubierta de pelo como si fuera un animal y tenía las uñas largas".

"quiero no tener nunca hambre y no tener nunca sed y no estar nunca tan cansada que me quedo dormida mientras voy caminando. más te vale que busques un marido rico, dijo violet".

Aunque Mary se esfuerza, su cojera hace que vaya más lenta que los demás, así que su padre decide que entre al servicio del vicario para cuidar de su mujer enferma. 

Nell Leyshon. Foto: www.nellleyshon.com

Su vida en la granja no era fácil, pero al menos tenía a sus hermanas, charlaba con su abuelo... Se siente sola en casa ajena, y pronto empezará también a sufrir su condición de mujer, de pobre, de alguien que no cuenta, de quien se puede hacer el uso que se desee porque no cuenta para nada ni para nadie.


"a veces tener memoria es una buena cosa, porque ahí está la historia de tu vida y sin ella no habría nada, pero otras veces tu memoria guarda cosas que preferirías no volver a saber nunca y, por mucho que intentes quitártelas de la cabeza, siempre vuelven".


Desde la torpeza del lenguaje infantil, sin filtros, desde el corazón, con frases cortas, sin mayúsculas, Mary quiere que se conozca su historia, ahora que ha conseguido aprender a leer y a escribir en casa del vicario, desea que se conozca lo que ha vivido en sus quince años, quizá en algún momento a alguien le importe, podría ser que alguien quisiera saber por qué actuó como lo hizo, qué la llevo al lugar desde el cual escribe estas letras, apenas 200 páginas que llevan al lector a meterse de lleno en su vida, a desear tenderle la mano para rescatarla del sufrimiento continuo. Una lectura que se queda en el recuerdo, de las que dejan huella.

La pequeña editorial Sexto Piso ha tenido el acierto de publicar esta pequeña historia en nuestro país en 2013. Hasta ahora no conocía esta editorial, pero creo que la seguiré de cerca a partir de esta lectura tan intensa y emotiva.

martes, 9 de enero de 2018

No pasa nada. Y si pasa, se le saluda

Estos primeros días del año están siendo bastante agotadores, con el peque malito, yo con dolor de muelas... Y desde luego sin descansar es complicado concentrarse para leer. Tenía en mi mesilla de noche las próximas lecturas organizadas, pero me veía incapaz de abordar una novela histórica o una saga familiar.
Recordé entonces que Raquel Martos, con la que me lo paso fenomenal cuando interviene en el programa de Julia Otero (comparte la sección Las Personas Físicas con Juan Gómez-Jurado), había escrito alguna novela y la tenía en mi Kindle. 
En efecto, esta historia estaba en mi Kindle esperándome y le tocó el turno.
Raquel Martos desborda talento, tiene una vis cómica fabulosa y escribe unos guiones ágiles, mordaces, interesantes. Me gusta muchísimo, y ahora que he leído esta novela, me gusta todavía más, porque he visto plasmada en ella a la Raquel Martos que escucho por la radio y me ha encantado. 
Raquel nos cuenta al final de la novela que ella misma vivió un problema importante con sus cuerdas vocales, sufrió dos operaciones y creyó que ya nunca volvería a dedicarse a su profesión y pasión: la radio. Imagino que esta historia personal serviría de base e inspiración para contarnos cómo Carla, una locutora de radio, tiene que operarse y guardar silencio durante seis semanas para recuperarse.
Ella, que es una charlatana impenitente, de las que habla y luego piensa, de las que siempre tiene algo que decir, tiene que estar en silencio, pegada a una pizarra para poder comunicarse con los demás. Y este parón, este escuchar más que hablar, le vino muy bien a Carla.

"Conviene parar de vez en cuando, cruzar a la otra acera y ver nuestra vida, y a nosotros mismos, dese otro prisma, para fijarnos bien, para volver a sentir, para dejarnos seducir de nuevo como aquel primer día en el que abrimos lo que nos brindaba el destino como un regalo, desenvolviendo con cierto temblor de manos el papel brillante y sintiendo la emoción de que aquello que tanto deseábamos era nuestro por fin".

La operación de Carla coincide con un momento complicado a nivel personal y profesional. Acaba de dejar una relación muy tóxica con su ex y sospecha que en la radio habrá recortes que pueden afectarle muy directamente. 

"La vida es lo único que tenemos y el momento es el que nos toca. Te ha tocado este, se siente, te jodes, lo coges o lo dejas, vives la vida o te tiras por el balcón. Yo, desde luego, paso de balcones, tengo vértigo".

"Es difícil evolucionar sin moverse del sitio; para crecer hay que marcharse, sentir el vértigo que comporta cada reto, asumir el riesgo y superar el miedo a fracasar. Pero yo nunca aprendí esa lección, esperé y esperé hasta desesperar".

Y Carla durante estas semanas vive una montaña rusa de emociones, con su mejor amiga, Marián, con su mejor amigo, Juan, su confidente desde la Universidad, con su madre, a la que redescubre como mujer... 

"Es tan placentero cobijarse en el mundo madre, así tengas cincuenta años, que, a veces, se te olvida quién es ella, la que está detrás del título de "mamá". Y olvidas que tiene sus propios sueños y frustraciones, sus propios deseos y necesidades, que tiene su propia vida y que esta no gira únicamente en torno a ti".

Raquel Martos. Foto: www.ondacero.es

A ratos reflexiva, a ratos divertida, irónica, incluso faltona, según el personaje que tenga protagonismo en ese momento, la historia se lee entre la risa, la sonrisa, la nostalgia, la asertividad y la emoción.

"Es imprescindible detenerse a elaborar recuerdos, ser conscientes en tiempo real de lo que nos va sucediendo porque, cuando desaparece el instante, es lo único que nos queda, la memoria de lo que un día vivimos, cuando fuimos inmensamente felices, cuando sentíamos que no importaba nada más, como ahora".

"Follar es antioxidante, ni té blanco ni resveratrol, ni hostias, cada polvazo te rejuvenece un día y si te masturbas tú, a mano o a máquina, te quitas un cuarto de hora, ja, ja, ja". 

Estoy segura de que repetiré con Raquel Martos, ya me han recomendado otra de sus novelas: Los besos no se gastan. El título promete.

miércoles, 3 de enero de 2018

TARRO LIBRO 2018

Un año más, desde 2015, hemos juntado un euro por cada libro que hemos leído completo. 
La estupenda idea surgió de Carmen, del blog literario Carmen y Amigos, y desde entonces participamos desde Matibascorner. El primer año yo sola, pero ya desde el segundo me acompaña mi niño, con quien comparto afición lectora.
Participar es tan fácil como querer hacerlo, basta con decidir en qué recipiente vamos a introducir los euros durante el año, sacarle una foto y solicitar en la página de Facebook de la iniciativa formar parte de ella, adjuntando la foto de nuestro tarro.
Da igual los libros que se lean, tanto el número como el género literario o las páginas, lo importante es encontrar a otras personas con la misma afición, recomendarnos lecturas (la lista es interminable, pero nos encanta) y tener la ilusión de ver crecer y crecer nuestro botín que tras doce meses se convertirá en nuevos libros para nuestras estanterías.
En el reto Tarro-libros 2018 contamos con una novedad, que es la cuenta en IG y un hashtag para seguir las publicaciones de los miembros : #tarrolibros2018.
Nuestro balance en el reto no podría ser mejor. El primer año reuní 40 euros, el segundo 50 y este año 56. En 2018 mi objetivo será llegar a los 60 libros. Mi niño participó dos veces, el año pasado leyó 30 libros y este año 24, que tampoco está nada mal.

Mis lecturas del año, tras abrir el tarro-libro

Participar en el reto hace que entre nosotros en casa nos "piquemos" a ver quién lee más, y a la vista está, que leemos bastante más que la media. Que la media de las encuestas, porque hay participantes del reto que superan con creces los 100 libros al año... ¡A nosotros no nos da la vida para tanto!
Este año repito tarro-libro. Seguiremos metiendo los euros y los títulos de los libros que hemos leído en nuestro pequeño cofre del tesoro.
Si os animáis, sólo pinchad AQUÍ y mirad lo sencillo que es unirse al reto.

Nuestro tarro-libro para 2018 ya preparado

jueves, 30 de noviembre de 2017

MANUAL DE PÉRDIDAS

"Padezco alzhéimer y pronto seré incapaz de leer. Me estoy despidiendo de la gente que fue valiosa en mi vida, devolviéndoles algo que alguna vez tuvimos en común". (pág 93)
Abdón cumple setenta años con la demoledora noticia de que su mente dejará de recordar, de que él dejará de ser y de conocer el mundo y las personas que le rodean.
Este profesor de historia, decide entonces emprender su último viaje, acompañado de su hija Virginia. Esa hija con la que nunca tuvo una relación demasiado estrecha, pero que llegado este momento siente que debe estar con su padre y cuidarlo.
El recorrido de Abdón se convierte en un viaje en el que conviven presente y pasado. Cada libro que entrega hace que se produzca un reencuentro con alguien del pasado, que vengan, en ocasiones, recuerdos a su mente enferma, no siempre claros, no siempre veraces. En el viaje también los lugares son importantes, esos que recuerda y ya no están, los paisajes de su infancia y juventud apenas cambiados en su Avellaneda natal, esa librería que ya no existe el el lugar en que estaba cuando revolvía sus estantes...

"El paisaje que les rodea es, en ocasiones, similar al que Baroja describe en su novela y Abdón se siente también como el protagonista: un viajero atribulado que recorre muchos kilómetros buscando algo que está en su propio interior". (pág. 101)
El narrador además nos va desgranando los pensamientos de Virginia, su evolución en paralelo al avance de la enfermedad de su padre, con el que va sintiendo una conexión que nunca creyó posible.
"Antes de abandonar el cuarto, desde el vano de la puerta, Abdón vuelve el rostro para observar por última vez la figura dormida de su hija que ya apenas cabe en aquella cama infantil y piensa que es aquella noche como una despedida. Es un adiós irrechazable porque pronto comenzará a no ser el mismo. Su cerebro en desguace irá poco a poco caducando hasta expulsarle de aquella casa y sustituirle por otro, por un anciano desconocido, olvidadizo e inmemorial". (pág. 72)

Avellaneda, pueblo de origen de Abdón

Su hija, su mujer Cecilia, fallecida hace ya años, su hijo Benito, los amigos de juventud, los del tramo final de su vida, sobre todo Plácido, todos se van difuminando.
"Todo está desapareciendo paulatinamente de su vida porque ha llegado un animal polifémico y está deglutiendo  los paisajes arcaicos de manera cruel e imparable. Todas las conversaciones que mantuvo con aquel viejo bibliófilo que regentaba la tienda han desaparecido. Han desaparecido las sensaciones, las imágenes de los tomos ordenados en el estante, los rostros pasajeros, la memoria." (pág. 122)

Javier Sachez nos regala una novela maravillosamente escrita, con una riqueza de vocabulario que es realmente complicado encontrar en novelas recientes y que se agradece enormemente, porque además no hace la lectura más pesada ni difícil, una historia en la que los libros, el espacio, el tiempo, la familia y la enfermedad son protagonistas por igual, todos ellos importantes y parte fundamental de esta ruta que emprende Abdón.
Gracias al blog Un lector indiscreto, he conocido a un autor que realmente vale la pena y al que no hubiera llegado si no es por la recomendación de Paco.
Como bien dice Victoriano Santana en el prólogo (que os recomiendo que dejéis para el final, porque desgrana mucho la novela): "Toda excelencia solo puede fundarse en el vislumbre de las tres mayores virtudes (¿las únicas, quizás?) que cabe esperar de un texto literario: por un lado, que entretenga; por el otro, que remueva conciencias; por último, que haga uso de la función poética de la lengua de una manera, cuanto menos, eficaz, solvente, adecuada para el conveniente prestigio lingüístico de la pieza creada. La obra que nos ocupa cumple con todas las virtudes enumeradas de manera sobresaliente". 


"Lo terrible no es olvidar el nombre de las personas. Lo terrible es olvidar su significado." (pág. 131)


lunes, 20 de noviembre de 2017

FRAPPE-TOI LE COEUR

Portada de la edición francesa
Amélie Nothomb es una de mis escritoras favoritas. La belga suele ser apuesta segura, es muy raro que alguno de sus libros no me guste. Tengo que decir también que Amélie suele gustar mucho o nada, no son habituales las medias tintas con ella, porque tiene una forma muy diferente y original de plantear las novelas. 
Todas sus obras son breves, incisivas y directas, plantean temas universales, como los grandes clásicos, pero con un estilo mucho más accesible, sin dejar de estar muy trabajado. Cada palabra tiene su lugar y cada frase es importante. 
Anagrama es la editorial española que publica a Amélie, y aunque no está traducida siempre por la misma mano, las traducciones son excelentes.
Frappe-toi le coeur, el título de la nueva propuesta de la escritora, sale de un verso del escritor decimonónico Alfred de Musset. 
Según he podido leer en un artículo de una revista cultural, este verso sería:  "Frappe-toi le cœur, c'est là qu'est le génie" (esta segunda parte del verso aparece en la contraportada en la edición francesa). Y el que sigue a este sería: "C'est là qu'est la pitié, la souffrance et l'amour". Y aquí está la esencia del libro, de la historia que nos cuenta: La piedad, el sufrimiento y el amor. El corazón, en su acepción literal y figurada, está en el centro de todo.
Haremos el recorrido vital de Diane desde el mismo momento en que nace hasta la treintena. Su jovencísima madre solamente es capaz de sentir envidia de ella, pues todo el protagonismo pasa a ser del bebé. Diane nace sin el amor y el contacto de una madre, a pesar de que ella sí la ama profundamente, y esto marcará enormemente su forma de ver la vida y de relacionarse con los demás: con sus hermanos (a los que su madre ha tratado de otra forma y veremos cómo les ha influido), con sus compañeros de colegio y por fin su relación laboral en la Facultad de Medicina.

"Diane aimait sa mère au point d'être capable de saisir, à 4 ans, le sentiment d'injustice que celle-ci éprouvait à ne pas avoir une vie à la hauteur de son attente". (Pág. 47)

La forma en que la ausencia de cariño materno marca a Diane es el tema principal de la novela, que con poco más de cien páginas, consigue, como siempre lo hace cuando detrás de ella está la pluma de Nothomb, que el lector sienta esa angustia de Diane, entienda sus decisiones y su manera de comportarse, se apiade de ella, desee consolarla, abrazarla, necesita que sea por fin feliz.

Alfred de Musset

Encontraremos una prosa con toques muy literarios en su vocabulario, que no dificultan la lectura en absoluto y la enriquecen; es directa, sin metáforas ni opciones a la lectura entre líneas.  Aunque suele haber toques autobiográficos en su obra, en este caso la escritora no cuenta ningún episodio vivido en primera persona.
La novela, que suma el número 25 en la producción literaria de Amélie Nothomb, realmente toca el corazón del lector e invita a la reflexión en numerosas ocasiones.
No sé cuándo estará traducida al español, imagino que antes de que termine el año, porque la edición francesa es del mes de agosto. Tomad buena nota, porque vale mucho la pena.
Amélie Nothomb nació en Japón en 1967, y allí estuvo hasta su adolescencia. Publicó su primera novela en 1992 y pronto tuvo el reconocimiento de crítica y público con numerosos premios a su obra. Cursó estudios universitarios de Filosofía y Filología Francesa. Desde 2015 es miembro de la Real Academia de Lengua y Literatura Francesa de Bélgica. 
Algunas de sus obras han sido llevadas a los escenarios teatrales o a los cines. 
A través de una encuesta de Le Figaro a 35 críticos literarios fue elegida como la mejor escritora menor de 40 años.  

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL COLOR DEL SILENCIO

Hace unas semanas un amigo bloguero me preguntaba por qué hacía tanto tiempo que no escribía por aquí. Pereza, desgana, contesté. Y hoy me doy cuenta de que realmente lo que hacía que no me pasara por el blog a compartir mi lectura de alguna novela es que desde la última ninguna me había llegado tanto como para sentarme y compartir mis impresiones con los que os pasáis por aquí.
Elia Barceló publicó su primera novela en 1989, y de hecho leyendo los títulos de sus obras, muchas de ellas me suenan, pero ninguna había caído en mis manos hasta ahora.
Con El color del Silencio, esta escritora valenciana me ha enamorado absolutamente, y me ha hecho recordar en muchos momentos de la historia a otra escritora que me gusta mucho: Marta Rivera de la Cruz, por su manera de crear los personajes, sobre todo los femeninos, por esa atmósfera en la que entra el lector y donde todo importa, colores, olores, sonidos, lugares...
En esta novela hay dos líneas temporales, una que se desarrolla en Marruecos en las décadas de los 40 a los 60 y otra en la época actual, entre Madrid y de nuevo Marruecos.
En la historia del presente, encontramos a Helena Guerrero, una pintora reconocida entre las mejores del mundo, con residencia en Australia, que vuelve a Madrid para asistir a la boda de su nieta y para reencontrarse con su cuñado, que le ha enviado un misterioso correo electrónico.. Helena lleva décadas completamente alejada de su familia y acude con Carlos, su actual pareja.
A Helena le esperan una serie de cartas y fotografías que la harán viajar a La Mora, donde vivió con su familia los años más felices de su vida, aunque allí también vivió momentos terribles que la marcarían para siempre.
En paralelo a la historia familiar, que se alimenta con las cartas de la madre de Helena, Blanca, y los recuerdos de la propia Helena, iremos conociendo el ambiente social y político en España y Marruecos con un gran protagonismo de Goyo, el padre de Helena, un empresario adinerado cuyo pasado militar muy vinculado a Franco desconocía la familia. 
Pasiones juveniles, relaciones familiares en unos años en los que la mujer era un mero adorno, dependía para todo de su marido y no era nadie si no traía hijos al mundo. 

"Cuando tú y yo estábamos juntos el mundo temblaba. Todo adquiría otra textura, otra dimensión: los colores se volvían más brillantes, las calles más anchas, el cielo más alto y más azul. ¿Cómo iba yo a prescindir de una experiencia así, después de haberla conocido?" (pág. 138)

Secretos que se cubrieron en su momento, sospechas que no se verbalizaron por miedo a dañar, malos entendidos, amores y desamores. En definitiva, la vida misma porque ¿quién no guarda un secreto? ¿Quién no ha interpretado las palabras o actos de otro sintiéndose dañado y queriendo huir? ¿Quién no se ha sentido invencible y poderoso en un momento y frágil y desvalido al instante?

"Todos pasamos por las mismas cosas. A todos nos aguarda nuestra vejez y nuestra muerte, nuestra propia experiencia de primera mano de lo que hemos oído comentar cientos de veces a las generaciones anteriores creyendo en nuestra soberbia juvenil que nunca nos sucedería. A nosotros no. A nosotros nunca. Porque éramos más listos, más guapos, más modernos, más rápidos. A nosotros no." (pág. 180)


Elia Barceló. Foto: www.que-leer.com
Helena desentrañando los secretos familiares, termina por conocerse mejor a sí misma, se reconcilia con su pasado a través de lo que le es revelado por su madre en las cartas y consigue que desaparezcan esas sombras que refleja en todos sus cuadros, esas heridas abiertas que los años no consiguieron cerrar hasta ahora, con setenta y tres años a sus espaldas. Pero nunca es tarde para sentirse renovada, quitarse la culpa del alma y reconciliarse con los protagonistas de nuestro sufrimiento pasado o presente.

"Ya nada puede hacerte daño, Helena. Todo lo que podría haberte hecho sufrir ya sucedió. Ahora todo lo que consigamos averiguar solo puede ser para mejor, para arrojar luz sobre el asunto. Tú y yo, juntos, vamos a hacer desaparecer esas sombras. Míralo como un desafío intelectual, como un rompecabezas, como algo que no tiene nada que ver contigo, con nosotros, como un cuadro que quieres pintar y antes tienes que saber qué hay en él y cómo vas a disponer los elementos para que luego se vea una imagen global coherente y poderosa." (pág. 216)

"- A veces, en ciertos momentos se dicen cosas sin pensar - intentó ayudar Carlos.
- Sí, cosas que salen del corazón, esas verdades que nunca se formulan porque uno sabe que duelen demasiado, pero hay momentos en que falla el control y las palabras salen. Y lo malo es que, una vez las has pronunciado, no puedes recogerlas ya. Es como tirar un vaso de agua al suelo: no es posible recuperar el agua y que vuelva a estar en el vaso igual de transparente que antes de caer." (pág. 349)

"Todo el mundo supone que es el único que tiene secretos, que los demás son almas cándidas, seres sencillos que viven solo en la superficie mientras que uno es el único capaz de doblez, de profundidades que tiene que esconder de los que le rodean." (pág. 416)

Encontraremos muchas frases para la reflexión, sobre todo en las cartas de Blanca a su hija, una protagonista, Helena, con la que se conecta con facilidad, una historia con mucho sufrimiento familiar pero con mensaje positivo sin resultar ñoño. Una lectura con la que he disfrutado y os recomiendo.