domingo, 5 de mayo de 2013

LA SONRISA ETRUSCA

 Salvatore es un calabrés, campesino, curtido por la dura vida en el pueblo, por su condición de partisano en la II Guerra Mundial, luchando en las montañas para proteger su vida y la de los suyos. Con poco más de sesenta años se instala en su cuerpo la Rusca, como Salvatore llama a su compañera, casi con cariño, un cáncer que poco a poco se le va extendiendo... Su hijo, que vive en Milán con su mujer y su niño de 13 meses, lo traslada a vivir con ellos para que pueda ver a los mejores especialistas para al menos poder frenar el avance de la Rusca.
Salvatore odia Milán, odia la ciudad, no quiere estar allí, pero hay algo que toca fuertemente su corazón...

"El viejo se sorprende a sí mismo estrujando contra su pecho el cuerpecillo cálido y, asustado, afloja el brazo por temor a ahogarle, para volver a estrecharlo en el acto, no se le vaya a caer..." (pág. 29)

Brunettino obra el milagro. El duro corazón calabrés tiene una gran sensibilidad, él mismo se sorprende al descubrirla, no creyó que fuera a sentir tanto por aquel chiquitín. Recuerda que allá en el pueblo se cuidaba a las ovejas, pero los niños eran cosa de mujeres, los hombres se limitaban a engendrarlos. Y el abuelo sabe que el pequeño necesita sentirse protegido, amado, aunque sus padres estén educándolo de otra forma. Él desea vivir lo suficiente para poder hacerlo a su manera, al menos hasta oírle pronunciar su nombre.

"A la mañana siguiente Andrea acaba transigiendo, después de consultar su maldito libro de criar niños, donde dice a qué hora exacta deben despertarse y cuándo han de tener hambre ¡como si eso no lo supieran de siempre las madres que no saben leer!" (pág. 92)

La mujer, que hasta entonces solamente era un ser que proporcionaba placer al hombre y le daba hijos, sin conocerla a fondo, sin pensar en sus sentimientos, se transforma en Milán en un ser que le conmueve, que le hace pensar en aquellas mujeres a las que no prestó atención, a las que no se molestó en conocer, escuchar, saber qué pasaba por sus mentes o su corazón

"A veces, al pasar con los platos a espaldas de la tía, Simonetta dedica al viejo risueñas muecas de complicidad. Así su presencia juvenil hace florecer unas lilas en el corazón cansado" (pág. 109)

El deseo de vivir de Salvatore, aumentado gracias a Brunettino, hace que la enfermedad, para sorpresa de los médicos, vaya lenta, sabedora de que necesita un poquito más de tiempo...

"Nunca estarás solo, Brunettino mío; todas mis noches son tuyas. Tengo mucho que contarte, todo lo que te conviene saber; lo que yo tardé en aprender, pues tengo la cabeza dura, y hasta lo que no he sabido hasta ahora contigo" (pág. 163)

A Salvatore, que se da cuenta de que es ahora al final cuando realmente aprecia cosas que a lo largo de su vida han pasado desapercibidas, le da pena saber que ya le queda poco para saborearlas. Incluso el amor de mujer llega ahora tardío a su corazón.

"Dios no hizo bien las cosas: deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar. Nosotros sólo una primavera, sólo un verano y al hoyo... Por eso has de echar bien tus ramas desde ahora. Yo nací en pedregal y no me quejo, llegué a enderezarme solo. Pero pude haber florecido mejor..." (pág. 190)

El pequeño, se adueña de su corazón, lo colma

"Dime algo que sea verdad, sin sombra de duda, algo no discutible.

La respuesta brota, explosiva:

- Un niño
" (pág. 233)

Y pasa las noches acurrucado en su habitación, hablándole de su vida allá en el pueblo, de lo que desea para él, de lo que le quiere, de lo bien que se siente a su lado...

"Duerme tranquilo (...) El aire huele a mies recién cortada y es dulce, dulce respirar, estar vivo..." (pág. 237)

(Nota: La numeración de las páginas se corresponde a la edición publicada por El Mundo)


23 comentarios:

  1. Lo leí hace mucho, es muy tierno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo lo había leído hará casi 20 años, esta era una relectura, me maravilló por segunda vez! Bss

      Eliminar
  2. No he leído aún nada de este autor, pero este libro tiene que caer prontito, que por tu reseña, sé que me va a gustar.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  3. Todavía no he leído nada de este autor aunque este libro siempre he tenido ganas de leerlo y por unas cosas y otras lo voy dejando
    besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues a ver si te animas, no te defraudará, seguro! Bss

      Eliminar
  4. El título me suena desde hace tiempo aunque no lo atribuía a este autor. Una reseña que lo hace apetecible. Bss.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sé que tienes una larguísima lista Paco, pero hazme caso y anímate, te gustará!! Bss

      Eliminar
  5. Ayyyyyyyyyy, qué libro tan bonito y qué jartón de llorar me pegué... Además me lo regaló un compañero de la universidad al que quiero un montón. :-)

    ResponderEliminar
  6. Quiero leerlo, está entre mis buenos propósitos, la reseña me ha animado más aún! Besos

    ResponderEliminar
  7. Es un libro que leí hace años, qué buen recuerdo guardo de él.
    Miraré a ver si lo encuentro en mis estanterías y le echaré alguna mirada.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La relectura de este libro lo redescubre, al menos esa fue mi experiencia. Bss!

      Eliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  9. No he leído ni este libro ni a este autor, algún día tendré que subsanar este extremo. Un beso.

    ResponderEliminar
  10. Es un libro maravilloso, lo guardo en mi estantería de intocables (son los libros que guardo casi bajo llave, de los que no me desprendo por nada del mundo) y de vez en cuando abro uno de ellos, da lo mismo la página que sea, y disfruto un rato de su lectura.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No me sorprende que lo guardes con tanto celo, realmente lo merece. Bss!

      Eliminar
  11. Lo leí hace unos años y me encantó. Es una historia tan triste, dulce y entrañable que enamora.
    Besos

    ResponderEliminar
  12. La sonrisa etrusca es una de esas novelas que dejan huella en el alma.

    ResponderEliminar