El pasado sábado tuve ocasión de poder hacer una de las rutas propuestas dentro de las III Jornadas de las Rutas de los Vinos de Galicia, un fin de de semana de puertas abiertas para el público en general en las que además, con una serie de rutas propuestas por las D.O. y Turismo de Galicia con guía especializado en enoturismo.
Me apunté a una de las rutas de la
D.O. Rías Baixas porque tenía especial interés en conocer una de las bodegas, situada a menos de 20 km de Compostela.
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En Pazo Señoráns |
La primera parada, tras un recorrido con interesantísimas explicaciones de la guía, fue en
Pazo de Señoráns, en
Meis, una
bodega mediana, que produce algo más de 300.000 botellas de vino al año y que inició su andadura en los años ochenta. Además de explicarnos la historia del lugar y de la marca, nos enseñaron las instalaciones donde organizan eventos, los jardines y los alambiques del aguardiente.
Un lugar precioso, cuyo origen data del
siglo XVI, decorado con gran gusto. Al final del recorrido nos ofrecieron una copa de vino y quien quiso probó también el aguardiente, en mi caso no me animé, así que no os puedo comentar nada al respecto, aunque sí os diré que los comentarios fueron que estaba muy suave y muy bueno.
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En Bouza de Carril |
Tras esta bodega nos dirigimos a
Bouza de Carril, en
Barrantes, donde la familia lleva 30 años elaborando sus vinos e implicando a todos sus miembros en esta pequeña empresa.
Nos guió Ana, entusiasta de su trabajo y mostrando en cada gesto un
gran amor por su viñedo y su tierra, a pesar que lo duro que resulta depender del campo y estar constantemente pendiente de esas delicadas uvas albariñas que tanto miman. Me gusta mucho visitar este tipo de explotaciones pequeñas y familiares, y que me hable quien está a pie de viña de manera cotidiana. La visita fue por unos derroteros diferentes a la anterior, así que se complementaron estupendamente. Al final, degustamos el vino de la última cosecha acompañado de pan de aldea, quesos y embutidos.
Después de un tiempo para comer por nuestra cuenta en Vilagarcía de Arousa y dar un paseo por la localidad, volvimos al autobús y nos dirigimos a
Vedra, a la bodega
Pazo de Galegos. En mi opinión la visita en su conjunto fue de menos a más y las bodegas estuvieron muy bien elegidas porque fueron complementarias y muy distintas: La primera, más grande, con más producción, amplias instalaciones y con negocio de eventos asociado, la segunda totalmente familiar y apostando por un vino de gran calidad con pequeña producción, pero sin riesgos. La tercera y última también es una bodega familiar, pero no viene de generaciones, pues los propietarios actuales se hicieron con el pazo y las tierras en los años ochenta, aunque el origen de la plantación aquí es de siglos atrás.
En esta ocasión nuestro anfitrión fue el propietario, que nos explicó el origen del lugar, que fue en su momento vivienda de un gallego ilustre como fue
Antonio López Ferreiro y que hoy se ha convertido en un pequeño hotelito rural con encanto de diez habitaciones amueblada casi en su totalidad con piezas de este gran intelectual, canónigo en la catedral de Compostela.
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En Pazo de Galegos |
En Pazo de Galegos se apuesta decididamente por la tradición al máximo, y la nueva generación, uno de los hijos del propietario, tiene muy claro el tipo de vino que quiere, una producción de unas 50.000 botellas al año que tienen una
personalidad propia muy marcada y sorprendente, con un toque ácido que uno no se espera en un albariño y que, según nos comentó, es producto de esa búsqueda de la tradición, del sabor de antaño, respetando la acidez natural de esta variedad de uva y con gran honestidad con el producto, elaborando sus propias levaduras y tratando con químicos lo mínimo imprescindible.
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Pazo de Galegos |
El balance de la jornada para mí fue de lo más positivo, os aconsejo que probéis esta experiencia si venís a Galicia, realmente vale la pena. Personalmente, como os decía antes, me quedo con los sitios pequeños, pero esto, como todo, va en gustos, el caso es conocer un poco más este apasionante y complicado mundo del vino y alguna de las cientos de bodegas que salpican nuestra tierra gallega en un total de cinco D.O., conocer implica también
valorar el trabajo y esfuerzo que suponen cada una de las copas de vino que acompañarán nuestras comidas, algo que también es muy importante, así como concienciarnos de que
la etiqueta de una D.O. siempre es una garantía a la hora de consumir un producto.
Qué interesante. Yo llevo medio año ya trabajando en una bodega y la verdad es que me resulta todo super interesante.
ResponderEliminarUn beso!
Es un mundo complicadísimo pero de lo más interesante!! Besos
EliminarPues yo no soy mucho de vinos, pero la verdad es que leyéndote me dan ganas de irme para allá ahora mismo.
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