El pasado mes de mayo hicimos una ruta autocaravanista por tierras lusas. Por proximidad, porque meteorológicamente pintaba bien y por curiosidad por una tierra que no conocíamos, nos decidimos por recorrer la zona del Alto Douro Vinhateiro, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2001 y cuya vida cotidiana transcurre ligada al mundo del vino.
En esta zona, además de hacernos con fantásticos productos locales, como aceite, cerezas o panes de todo tipo, teníamos ganas de conocer un restaurante del que habíamos oído hablar muy bien y que además es un local con muchísimo encanto. En la pequeña localidad de Péso da Régua, pegado a las vías del tren, se encuentra Castas e Pratos, ocupando un enorme local en el que se mezclan la restauración con la venta de producto de la zona y actividades diversas, como catas o presentaciones. La planta baja del establecimiento está claramente enfocada a esto último, y para comer nos trasladamos a la planta de arriba, desde donde vemos las casi desiertas vías ferroviarias.
Llegamos aquí y a pesar de llevar la autocaravana lo cierto es que no tuvimos dificultad para aparcar, y si seguimos un poco más hacia la salida del pueblo, hay un aparcamiento bastante grande junto al río. Encontrar el restaurante no puede ser más fácil, no hay más que seguir la vía del tren... Una vez localizado y aparcados, entramos y fuimos agradablemente recibidos y acomodados en nuestra mesa.
Parte superior del local, destinada a restaurante |
Pronto llegó la carta, propuestas gastronómicas locales en su inmensa mayoría, con una presentación muy cuidada pero una apuesta muy clara por mostrar la cocina de esta región portuguesa, para nuestro regocijo.
Decidimos que el plato principal sería el arroz de pato, preparado según receta tradicional de la zona, y pedimos ayuda para decidir con qué vino lo acompañaríamos, porque la carta de vinos era realmente descomunal, parecía más un listín telefónico por su grosor! Lo bueno es que todos esos vinos estaban disponibles por si nos apetecía llevárnosolos, pero bueno, lo cierto es que una carta tan extensa personalmente me desorienta más que me ayuda.
Mientras esperábamos al plato principal y decidíamos el vino, nos pedimos un par de entrantes para compartir, por un lado un jamón con lascas de trufa y aceite trasmontano y queso de cabra con frutos secos y miel del Alto Douro. Como cortesía el restaurante sirvió dos cuencos de aceite de oliva absolutamente impresionantes, tanto que de hecho salimos de allí con una botella, la del que más le gustó al niño, muy fan del aceite de oliva.
Queso de cabra con frutos secos y miel de Alto Douro |
Por fin llegó el pato, en su cazuela de barro, generosa ración, como suele ser habitual en tierras portuguesas, con el arroz caldoso, en su punto, el pato en trozos, con un tamaño estupendo, preparado todo al horno, con queso por encima y gratinado. Absolutamente delicioso. Soy una enamorada del pato, siempre que lo veo en la carta lo pido, y los mejores arroces de pato los he comido siempre en Portugal, hay que reconocer que lo bordan. El vino elegido resultó también un acierto, un maridaje estupendo.
Nunca perdonamos un postrecito al menos, somos una familia de golosos. Esta vez pedimos dos, porque la comida fue tan abundante que ya realmente no podíamos con más... No me parecieron especialmente destacables, muy buenos, pero tampoco nada sorprendente ni especialmente original o destacable, pero con esto no quiero decir que si vais aquí dejéis pasar el postre, en absoluto, está estupendo.
El balance, calidad máxima, servicio perfecto, cantidad la habitual en Portugal, muy generosa, el ambiente muy acogedor y tranquilo, más que agradable y la minuta se ajusta a todo lo anterior, excelente relación calidad-precio.
El balance, calidad máxima, servicio perfecto, cantidad la habitual en Portugal, muy generosa, el ambiente muy acogedor y tranquilo, más que agradable y la minuta se ajusta a todo lo anterior, excelente relación calidad-precio.
Fondant de chocolate negro con helado de frutos del bosque |
Hojaldre de manzana con helado de canela |
¿Sabéis lo mejor de tener una autocaravana en estos casos? Poder cruzar la calle tras una comida así, entrar y echarse un ratito, hummmm, un verdadero placer.
Me están entrando ganas de tener autocaravana...... no te digo más !
ResponderEliminarNo me extraña, reina, algunos momentos, como este de la siesta, son impagables!! Besos
EliminarQué pintaza tienen los platos y el restaurante parece de lo más coquetuelo así que apuntadísimo queda, que igual este verano paramos por allí! Un besazo.
ResponderEliminarVale la pena, si vas lo comprobarás! Besos
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