Ayer tarde llegamos, Sabucedo a esas horas olía a churrasco y pulpo á feira. Refrescaba, y mucho, a medida que llegaba la noche, cuando la fiesta revivía con dos orquestas y música hasta las cinco de la mañana. Amanecimos temprano, inevitable cuando se viaja con niños pequeños, ellos no aprecian todavía el placer de remolonear en la cama cuando no hay que trabajar.
Rondaban las once de la mañana cuando llegamos a la cola para adquirir nuestras entradas para el curro solidario a favor de Cruz Roja, y las once y media cuando por fin accedimos al recinto. Tuvimos la suerte de poder elegir sitio y el privilegio de que a nuestro lado se sentase un lugareño, un abuelo con su nieta, a la que le iba contando esa leyenda de los Caballos del Santo: "Mira, filliña, na Idade Media en Galicia houbo moita peste, e unha rapaza ofreceulle ó santo todo o que tiña se non lle morría a irmá, e como non morreu, doullo, dúas eguas e un cabalo, e fíxate ben, porque eses do Santo levan as orellas cortadas".
Y la niña atendía, asentía y repetía que no quería bajar al curro, que le daba miedo. El abuelo le decía que otro año tenía que intentarlo, que había que mantener la tradición.
Se enciende la megafonía y nos dan la bienvenida, nos explican que empezarán a llegar los caballos y que cuando todos estén dentro, se separarán los potros para evitar que se lastimen. Se explica qué se hace con los caballos en el curro: cortarles las crines para evitar que les aniden las garrapatas y desparasitarlos.
Poco a poco empiezan a llegar, en grupos, caballos de todos los tamaños. "Mira, ese foi o que naceu estes días!", y cuando el curro ya está lleno, un aloitador veterano, Santi, pide silencio al público y con la poca voz que la afonía le había dejado, probablemente debido a las largas jornadas anteriores, nos contó, emocionado, que el primer caballo sería para un compañero de cuadrilla que el viernes en el monte tuvo que ser evacuado por un helicóptero al sufrir un desvanecimiento. Hoy, restablecido, era el encargado de comenzar la Rapa. Emocionantes palabras y emocionado público que rompió a aplaudir inmediatamente tras las últimas palabras de Santi: "Gracias á atención sanitaria recibida e algo tamén ó Santo, non pasou nada", y es que San Lorenzo siempre está presente en el corazón de los habitantes de Sabucedo.
El momento de separar a los potros es también el momento de los niños de Sabucedo, que empiezan a familiarizarse con esta tradición de más de quinientos años y que ellos continuarán. Y en ese momento llega la orgullosa abuela a las gradas, contándonos que sus nietos, de 5 y 7, están ahí abajo, y que un vecino bajó a su niño de cuatro años "A ver se este ano o pequeno se atreve", y no se atrevió, pero el mayor sí, y unos minutos después llegaba con su abuela contando orgulloso "Collín dous".
Y por fin quedan solamente los adultos, y la abuela nos aconseja "fixádevos naquel negro, chámase Makelele, habedes de ver como se mete nalgunha, é malo". Los llaman por su nombre, los conocen y orgullosos hablan de sus caballos, los sienten como suyos, los caballos son de Sabucedo, la rapa es de Sabucedo y gracias a este sentimiento tan enraizado se ha mantenido la tradición y a la vez la esencia de la fiesta, porque anida en los corazones de los que orgullosos cuidan de esos animales todo el año, se van al monte de madrugada a buscarlos y con un cariño que sorprende y emociona a la vez, se suben a su grupa, los someten y les cortan las crines.
Uno, otro, otro... Las hembras empiezan a inquietarse porque no están con sus potros, algunos caballos se ponen nerviosos, el sitio es pequeño, coces, mordiscos, algún golpe de animales y hombres, nada importante, mucho respeto en la grada, admiración, orgullo y muchas ganas de vivirlo, es la fiesta que todos esperan durante el año, su fiesta, a la que generosamente nos dejan asistir y de la que nos hacen partícipes compartiendo todo lo que de ella saben.
Son casi las tres de la tarde y termina la rapa por este año, vuelven los caballos a los montes que son su hogar y el año que viene, volverán a bajar, aunque no todos... "Disque hai un que leva xa catro anos sen baixar, porque non o dan collido, o ano pasado case chega, pero marchou saltando por riba das motos", pero quizá la próxima vez lo consigan, quizá el año próximo haya uno más en el curro, uno más en la fiesta, otro caballo de las gentes de Sabucedo.
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Supongo que los que no estamos acostumbrados a esto lo vemos diferente, porque a mí siempre me parece que los pobres caballos lo deben de pasar fatal durante ese rato... :-S
ResponderEliminarYo también lo creía Espe, y a ver, no están encantados allí porque viven en libertad, pero no sufren nada y cuando lo ves en vivo te das cuenta del mimo y cariño que le ponen cuando tratan con ellos, nada que ver con la idea previa que tenía!
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