El día 10 de mayo tuvo lugar en Sanxenxo una prueba de triatlón olímpico en la que participó mi marido. La competición empezaba en la urbana Playa de Silgar, de manera que la organización dispuso una zona de aparcamiento junto al náutico, prácticamente a pie de carrera. Teniendo en cuenta que el triatlón comenzaba a las ocho de la mañana nos instalamos sin dudarlo, y con nosotros algunas furgos.
Cenamos en la Tapería Albino, un local pequeño pero con una terraza muy amplia situado en el puerto, sencillo pero muy bien de precio: ensalada, croquetas y chipirones con una bebida cada uno nos salieron por 19 euros. Recomendable para no complicarse la vida y no dejarse la cartera en una localidad bastante cara.
Llegamos a la autocaravana con ganas de descansar, pero una música atronadora procedente del náutico y que se prolongó hasta las seis de la mañana lo hizo imposible, menos mal que el niño duerme como un tronco. Amigos autocaravanistas, evitad el centro de Sanxenxo, creímos que en mayo sería más o menos tranquilo, pero ya veis que no. Eso sí, nuestro emplazamiento nos regaló una puesta de sol de lujo, todo hay que decirlo.
Al día siguiente, tras la competición, comimos tranquilamente en la autocaravana y pusimos rumbo al Monasterio de Armenteira, un monasterio cisterciense fundado en el siglo XII y actualmente habitado por un grupo muy reducido de monjas, que viven gracias a las visitas, los jabones artesanales y las pastas de nata. El acceso es un poquito ajustado, y las plazas de aparcamiento escasas, pero vale muchísimo la pena acercarse a esta edificación del medioevo, sencilla y austera, en la que se mezclan diferentes estilos, sobre todo barroco y renacentista, hasta la finalización de su construcción a finales del siglo XV.
Muy cerca de este monasterio da comienzo una preciosa ruta de la que recorrimos solamente un tramo, pero que os recomiendo sin dudarlo. La Ruta de la Piedra y el Agua tiene 5 km y ninguna dificultad, por lo que es perfectamente apta para ir con niños. De hecho nosotros nos encontramos con varias familias en nuestro recorrido. Está señalizada como PR-G 170 y muy bien cuidada.
Los primeros quinientos metros de la ruta no tienen nada de particular, pero una vez atravesamos una pequeña carretera y nos adentramos en la senda, acompañados en todo momento por el río Armenteira a nuestra izquierda, que va saltando por las rocas regalándonos pequeñas cascadas hermosísimas, el recorrido está salpicado de molinos que en su día funcionaron y hoy están rehabilitados y algunos incluso pueden verse por dentro, apreciendo las enormes y pesadas piedras de moler que antaño servían a los campesinos de la zona y a los monjes del monasterio para procurarse la harina para el pan. La frondosidad del bosque autóctono hacen que el recorrido tenga un color verde fascinante y en un día caluroso resulte de lo más refrescante realizar este paseo.
Muy cerca de este monasterio da comienzo una preciosa ruta de la que recorrimos solamente un tramo, pero que os recomiendo sin dudarlo. La Ruta de la Piedra y el Agua tiene 5 km y ninguna dificultad, por lo que es perfectamente apta para ir con niños. De hecho nosotros nos encontramos con varias familias en nuestro recorrido. Está señalizada como PR-G 170 y muy bien cuidada.
Los primeros quinientos metros de la ruta no tienen nada de particular, pero una vez atravesamos una pequeña carretera y nos adentramos en la senda, acompañados en todo momento por el río Armenteira a nuestra izquierda, que va saltando por las rocas regalándonos pequeñas cascadas hermosísimas, el recorrido está salpicado de molinos que en su día funcionaron y hoy están rehabilitados y algunos incluso pueden verse por dentro, apreciendo las enormes y pesadas piedras de moler que antaño servían a los campesinos de la zona y a los monjes del monasterio para procurarse la harina para el pan. La frondosidad del bosque autóctono hacen que el recorrido tenga un color verde fascinante y en un día caluroso resulte de lo más refrescante realizar este paseo.
Terminamos el sábado en Combarro, donde pernoctamos en el puerto deportivo, donde hay unos aseos públicos gratuitos y una pequeña fuente. Nos pareció un sitio bastante tranquilo, pero lo cierto es que la pequeña carretera de acceso tiene muchísimo tráfico nocturno, así que no dormimos demasiado bien.
Al día siguiente paseamos por este pequeño y pintoresco pueblo marinero, que he de reconocer que con el paso de los años va perdiendo enteros por el exceso de turismo y la falta de una buena planificación por parte de las autoridades y de compromiso por parte del comercio y la hostelería locales. Una lástima, espero que este lugar tan bonito llegue a tiempo y recupere un encanto que está perdiendo año a año.
Tras el breve paseo por Combarro, nos dirigimos a comer al Lago Castiñeiras, un área recreativa con un lago artificial construido en los años 50 y que resulta un lugar de lo más agradable para dar un paseo en familia, con varios senderos y amplias zonas de césped bien cuidado, zonas de picnic y un par de cafeterías. Comimos en la autocaravana con unas vistas estupendas a un área boscosa y luego nos dimos un paseo rodeando el lago en una tarde casi de verano. Hubo mucha afluencia, pues suelen ir familias de Pontevedra y Marín, pero hay muchas plazas de aparcamiento y no suele haber problemas en este aspecto.
Un fin de semana muy aprovechado, con un tiempo estupendo para pasear y que espero que os haya dado alguna idea para vuestras escapadas, con o sin autocaravana.
¡¡Qué divertido!!
ResponderEliminarUn fin de semana de lo más completito! Besos
EliminarQué lugar más chulo... ;)
ResponderEliminarLo es, muy recomendable!
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